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Ezequiel 19:9 - Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Lo pusieron encadenado en una jaula y se lo llevaron a Babilonia ( ), donde lo dejaron en cautiverio: ¡ya no se oirá más su voz por las montañas de Israel!

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Biblia Reina Valera 1960

9 Y lo pusieron en una jaula y lo llevaron con cadenas, y lo llevaron al rey de Babilonia; lo pusieron en las fortalezas, para que su voz no se oyese más sobre los montes de Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Lo arrastraron con ganchos, lo encerraron en una jaula y lo llevaron ante el rey de Babilonia. Lo mantuvieron cautivo, para que nunca más se oyera su voz en los montes de Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 En una jaula y con grilletes lo llevaron al rey de Babilonia y lo enjaularon, Para que su rugido no fuera más oído en los montes de Israel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Lo metieron en una jaula, con ganchos lo llevaron al rey de Babilonia; lo encerraron en la cárcel, para que no volviera a oírse su rugido en los montes de Israel'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Y lo pusieron en jaula con cadenas, y lo llevaron al rey de Babilonia; lo metieron en fortalezas, para que su voz no se oyese más sobre los montes de Israel.

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Ezequiel 19:9
11 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Hizo el mal a los ojos de Yavé su Dios. Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a atacarlo y lo ató con cadenas de bronce para conducirlo a Babilonia.


Hijo de hombre, vuelve tu mirada hacia las montañas de Israel y profetiza contra ellas.


Hijo de hombre, profetiza para las montañas de Israel. Diles: Montañas de Israel, escuchen una palabra de Yavé.


Destruyó sus palacios, arrasó sus ciudades, sus rugidos aterrorizaban al país y a sus habitantes.


Desterró a Joaquín a Babilonia; mandó desterrados a Babilonia a la madre del rey, a sus mujeres, a sus eunucos y a las personas importantes del país.


Pues bien, ya que te enojaste conmigo y que ha llegado a mis oídos tu insolencia, voy a poner mi anillo en tus narices, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde viniste.


En Ribla, en el territorio de Jamat, el faraón Necao lo mandó encadenar, poniendo fin a su reinado en Jerusalén; después impuso al país un tributo de cien talentos de plata y diez talentos de oro.


Pero nada ves o conoces sino tu propio interés; y esto, derramando sangre, y manteniendo la opresión y la violencia.


No han reanimado a la oveja agotada, no se han preocupado de la que estaba enferma, ni curado a la que estaba herida, ni han traído de vuelta a la que estaba extraviada ni buscado a la que estaba perdida. Y a las que eran fuertes, las han conducido en base al terror.


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