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Ezequiel 10:22 - Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Sus caras, eran tales como las había visto junto al río Quebar. Y se desplazaban según la dirección de sus caras.

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Biblia Reina Valera 1960

22 Y la semejanza de sus rostros era la de los rostros que vi junto al río Quebar, su misma apariencia y su ser; cada uno caminaba derecho hacia adelante.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Además, sus caras eran como las caras de los seres que yo había visto junto al Quebar y se movían de frente y hacia adelante, tal como los otros.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 La semejanza de sus rostros era la de los rostros que yo había visto junto al río Quebar: su misma apariencia y esencia; y cada uno avanzaba de frente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 En cuanto a la forma de sus facciones, eran las facciones que yo había visto junto al río Quebar. Los cuatro avanzaban de frente.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

22 Y la figura de sus caras era la de las caras que vi junto al río de Quebar, su mismo parecer y su ser; cada uno caminaba derecho hacia adelante.

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Ezequiel 10:22
9 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Podían pues ir sin volverse a los cuatro puntos cardinales, iban sin darse vuelta en la misma dirección hacia donde miraba la cara del querubín.


Vistos de frente, los cuatro seres tenían aspecto humano, pero la cara derecha de su cuerpo era cara de león, y su cara izquierda, cara de toro. Los cuatro tenían también una cara de águila.


Efraím, ¿qué tienes ya que ver con los ídolos? Yo te miro y aguardo tu respuesta, yo que soy como un ciprés siempre verde: si tienes frutos, esto te viene de mí.


Cada uno de ellos iba derecho siguiendo una de sus caras, iban hacia donde el espíritu los empujaba y al caminar no se daban vuelta.


El año treinta, el día quinto del cuarto mes, encontrándome entre los desterrados, a orillas del río Quebar, se abrió el cielo y contemplé visiones divinas.


se tocaban unas con otras. Al andar no se volvían a ningún lado: iban derecho siguiendo una de sus caras.


Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas, y se veían como manos debajo de sus alas.


En seguida el Espíritu me llevó a la puerta de la Casa de Yavé que mira al este. A la entrada de la puerta había veinticinco hombres entre los cuales divisé a Jezanías, hijo de Azur y a Peltía, hijo de Banaías, jefes del pueblo.


Esa visión era semejante a la que había tenido cuando Yavé llegó para destruir la ciudad; también era parecida a la visión que había tenido a orillas del río Quebar; me tiré de bruces al suelo.


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