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Éxodo 20:15
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Pues los mandamientos no cometas adulterio, no mates, no robes, no tengas envidia... y todos los demás se resumen en estas palabras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.


El que robaba, que ya no robe, sino que se fatigue trabajando con sus manos en algo útil y así tendrá algo que compartir con los necesitados.


No hurtarán, no mentirán, ni se engañarán mutuamente.


No oprimirás ni despojarás a tu prójimo. No retendrás el salario del jornalero hasta el día siguiente.


El joven dijo: '¿Cuáles?' Jesús respondió: 'No matar, no cometer adulterio, no hurtar, no levantar falso testimonio,


ni los ladrones, ni los que no tienen nunca bastante, ni los borrachos, ni los chismosos, ni los que se aprovechan de los demás heredarán el Reino de Dios.


En realidad no le importaban los pobres, sino que era un ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, se llevaba lo que echaban en ella.


Yavé odia la balanza falsa, le agrada el peso justo.


Si se descubre a un hombre que haya raptado a un israelita, es decir, a uno de sus hermanos, y lo haya vendido como esclavo, el raptor debe morir. Así cortarás el mal entre tu gente.


Que nadie ofenda a su hermano o hermana en esta materia o se aproveche de él. El Señor pedirá cuentas de todas estas cosas, como ya se lo hemos dicho y declarado.


Está escrito: Mi casa será llamada Casa de Oración. Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones.


Sus manos son buenas para hacer el mal: el príncipe es exigente; el juez se deja comprar; el poderoso decide lo que le conviene.


Ya no saben actuar con honradez, dice Yavé, pues amontonan la rapiña y el fruto de sus asaltos en sus palacios.


El que rapte a una persona, la haya vendido o esté en su posesión, muera sin remedio.


Del corazón proceden los malos deseos, asesinatos, adulterios, inmoralidad sexual, robos, mentiras, chismes.


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