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Eclesiastés 3:19 - Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Pues hombre y bestia tienen la misma suerte; la muerte es tanto para uno como para el otro. El aliento es el mismo y el hombre no tiene nada más que el animal. Esa es otra cosa que no tiene sentido,

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Biblia Reina Valera 1960

19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Pues tanto las personas como los animales tienen el mismo destino: ambos respiran y ambos mueren. Así que las personas no tienen una verdadera ventaja sobre los animales. ¡Qué absurdo!

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 porque lo mismo que sucede al hombre sucede a la bestia, un mismo suceso es: como muere uno, así muere el otro. Todos tienen un mismo aliento. El hombre no tiene ventaja sobre el animal, porque todo es vanidad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Porque una es la suerte del hombre y de la bestia: muere aquél como ésta muere, y uno solo es el hálito de ambos. No tiene, pues, ventaja el hombre sobre la bestia: todo es vanidad.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es; como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.

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Eclesiastés 3:19
18 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

El hombre en los honores no comprende, es igual que el ganado que se mata.


El hombre en los honores no comprende, es igual que el ganado que se mata.


Pues a la larga no se acuerdan más del sabio que del tonto, y si todo recuerdo ha de perderse en el futuro, ¿cómo hablar de sabiduría y de locura?


El sabio tiene los ojos abiertos, mientras que el tonto camina en la oscuridad. Pero también sé: 'Para todos no hay más que una misma suerte.


Si escondes tu cara, quedan anonadados, recoges su espíritu, expiran y retornan a su polvo.


Todos estamos condenados a morir: no se recupera el agua que se derrama en el suelo; Dios no hace que vuelvan los muertos. Que el rey, pues, busque los medios para que regrese el que fue exiliado.


Si esos hombres mueren de muerte natural y corren la misma suerte que cualquiera, es señal de que Yavé no me envió.


Anda a la casa que está de duelo más que a la que está de fiesta: verás el fin de todo hombre, y al que vive le da para pensar.


Y no tiene sentido el que todos tengan la misma suerte: el justo y el malo, el hombre puro y el que no lo es, el que ofrece sacrificios y el que no los ofrece, el que se compromete con un voto y el que teme hacerlo.


Nadie sabe cuándo vendrá su hora: a los hijos de Adán los sorprende la desgracia como al pez que queda preso en la red o como el pájaro sobre el cual cae la trampa.


Hacia allá van los que en sí confían, ese será el fin de los que les gusta escucharse.


Miré de cerca todo lo que se hace bajo el sol: ¡no se tiene nada, se corre tras el viento!


Me dediqué a ver dónde están la sabiduría y la ciencia, la estupidez y la locura. Pero ahora veo que aun eso es correr tras el viento.


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