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Deuteronomio 9:2 - Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Es un pueblo grande, de alta estatura, los enaceos, que tú mismo has visto y de quienes se dice que nadie puede vencerlos.

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Biblia Reina Valera 1960

2 un pueblo grande y alto, hijos de los anaceos, de los cuales tienes tú conocimiento, y has oído decir: ¿Quién se sostendrá delante de los hijos de Anac?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Los habitantes son altos y fuertes, son descendientes de los famosos gigantes anaceos. Has escuchado que se dice: “¿Quién puede hacer frente a los anaceos?”.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 a un pueblo grande y alto, hijos de los anaceos, de los que tú conociste y oíste decir: ¿Quién se enfrentará a los hijos de Anac?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 de un pueblo grande y de elevada estatura, los descendientes de los anaquitas, que ya conoces, y de quienes has oído decir: '¿Quién podrá oponerse a los hijos de Anac?'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 un pueblo grande y alto, hijos de los anaceos, de los cuales tienes tú conocimiento, y has oído decir: ¿Quién se sostendrá delante de los hijos de Anac?

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Deuteronomio 9:2
16 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Subieron por el Negueb y llegaron a Hebrón, donde se encontraban Ahimán, Chechai y Talmai, de la raza de los anaquim. Hebrón había sido fundada siete años antes que la ciudad de Tanis, en Egipto.


¿Quién podrá resistir ante su enojo? ¿Quién podrá soportar el ardor de su cólera? Su furor se extiende como el fuego, y las rocas se quiebran ante él.


Entonces el atacante hará todo lo que quiera, nadie quedará en pie ante él, ocupará el país de Belleza y lo saqueará.


Vi al carnero que daba cornadas al oeste, al norte y al sur; ningún animal podía resistirle ni nada podía escapársele. Hacía lo que quería y se volvió poderoso.


Si él quiere pasar, si cierra el paso, si toma algo, ¿quién se lo impedirá?


Entregará sus reyes en tus manos para que borres sus nombres de debajo del cielo; nadie podrá resistir ante ti hasta que los hayas destruido.


pueblo grande, numeroso y de altura descomunal, a semejanza de los enaceos. Yavé los exterminó por mano de los amonitas e hizo que éstos poblaran la tierra en su lugar.


Si hasta vimos gigantes. A su lado teníamos la impresión de que éramos langostas y así nos veían ellos.


Pero el pueblo que vive en ese país es muy poderoso. Las ciudades son muy grandes y fortificadas, hemos visto incluso a los descendientes de Enac.


Esta vez los brujos no pudieron presentarse delante de Faraón, pues tenían úlceras, como todos los demás egipcios.


¿A dónde nos están llevando? Los mensajeros dicen que la gente de allá es más fuerte y más numerosa que nosotros; las ciudades son grandes y con murallas que llegan al cielo; incluso se han visto allí gigantes. Con esto se nos ha ido abajo el ánimo.


En ese tiempo, Josué se devolvió para exterminar a los anaquim de la montaña, de Hebrón, de Debir, de Anab, en una palabra de toda la montaña de Judá y de toda la montaña de Israel: los condenó al anatema junto con sus ciudades.


No quedó un solo anaquim en el territorio de los israelitas, excepto en Gaza, en Gat y en Azoto.


Caleb expulsó de allí a los tres hijos de Anac.


Yo, también, los saqué a ustedes de Egipto y los conduje por el desierto durante cuarenta años, para que tomaran posesión del territorio amorreo.


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