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Daniel 9:3 - Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Volví mi mirada hacia el Señor Dios para invocarlo en la oración y suplicarle por medio del ayuno, la penitencia y la ceniza.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Así que dirigí mis ruegos al Señor Dios, en oración y ayuno. También me puse ropa de tela áspera y arrojé cenizas sobre mi cabeza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Entonces volví mi rostro hacia Adonay Ha-’Elohim, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Volví mi rostro al Señor para dirigirle oraciones y súplicas, en ayuno, saco y ceniza.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 Y volví mi rostro al Señor Dios, buscándole en oración y ruego, en ayuno, y cilicio y ceniza.

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Daniel 9:3
30 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Llámame y te responderé; te mostraré cosas grandes y secretas que tú ignoras.


Reúne a todos los judíos que hay en Susa y que ayunen por mí. No coman ni beban durante tres días y tres noches, y yo, por mi parte, también ayunaré con mis damas; ya que iré a ver al rey en contra de la ley, si tengo que morir, moriré».


En el momento de la ofrenda de la tarde, salí de mi abatimiento y con la túnica y el manto rasgados me puse de rodillas. Extendí las manos hacia Yavé mi Dios


Esdras salió del Templo de Dios y se fue a la pieza de Yojanán, hijo de Eliasib, donde pasó toda la noche sin comer pan ni beber agua porque estaba sumido en la tristeza debido a la infidelidad de los exiliados.


Allí, a orillas del río Ahava, proclamé un día de ayuno para hacer penitencia delante de nuestro Dios, para suplicarle que nos concediera un viaje feliz junto con nuestros hijos y todo lo que llevábamos.


Cornelio respondió: 'Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo orando en mi casa, cuando se presentó delante de mí un hombre con ropas muy brillantes, que me dijo:'


Permaneció viuda, y tenía ya ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo día y noche al Señor con ayunos y oraciones.


Dice Yavé: 'Vuelvan a mí con todo corazón, con ayuno, con llantos y con lamentos.


Pónganse su cinturón, sacerdotes, y laméntense. Lloren, ministros del Señor. Vengan a pasar la noche cubiertos de saco, ministros de mi Dios. Ya no se ven ofrendas ni vino en la casa de su Dios.


Esto dice Yavé: Le concederé además esto a las oraciones de la casa de Israel: multiplicaré entre ellos a los hombres tanto como a los animales.


Pero yo, cuando se enfermaban, me vestía de saco, ayunaba, hacía penitencia, y no cesaba de rezar por ellos.


Cuando Daniel supo que había sido firmado ese decreto, entró en su casa; su pieza estaba en el segundo piso y las ventanas daban a Jerusalén. Tres veces al día Daniel se ponía de rodillas, oraba y alababa a Dios como lo había hecho siempre.


El día veinticuatro de ese mes, se reunieron los israelitas para un ayuno; venían vestidos de saco y cubiertos de polvo.


El Señor Yavé de los Ejércitos los invitaba aquel día a llorar y lamentar sus pecados, a cortarse el pelo y a vestirse con un saco.


Ese primer año de su reinado, yo Daniel estudiaba las Escrituras y sacaba la cuenta de esos setenta años que debían pasar sobre Jerusalén en ruinas como le fue revelado al profeta Jeremías.


Le supliqué a Yavé, mi Dios y le hice esta confesión: '¡Ah, mi Señor, Dios grande y temible que conservas la alianza y tu misericordia con los que te aman y observan tus mandamientos!'


A la hora de la ofrenda de la tarde estaba todavía hablando y orando, confesando mi pecado y el de mi pueblo Israel, suplicando a Yavé mi Dios por su santa montaña.


Los ninivitas creyeron en la advertencia de Dios y ordenaron un ayuno, y se vistieron de saco desde el mayor al menor.


David pidió a Dios por su hijo, se negaba a comer y cuando regresó a su casa, dormía en el suelo.


Por esto, retiro mis palabras y hago penitencia sobre el polvo y la ceniza.


(Esta clase de demonios sólo se puede expulsar con la oración y el ayuno).


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