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Daniel 5:6 - Biblia Católica (Latinoamericana)

6 e inmediatamente cambió de color: estaba espantado, todo su cuerpo y todos sus miembros temblaban.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 y el rostro se le puso pálido del susto. Le temblaron las rodillas a causa del miedo y se le aflojaron las piernas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Entonces el rey palideció, y la mente se le turbó, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban una contra otra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Entonces al rey se le mudó el color del rostro, sus pensamientos le aterraron, se le relajaron las articulaciones de las caderas y sus rodillas chocaban una contra otra.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

6 Entonces se demudó el semblante del rey, y sus pensamientos lo turbaron, y se soltaron las coyunturas de sus lomos y sus rodillas se batían la una con la otra.

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Daniel 5:6
21 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Roben la plata y saqueen el oro, pues son innumerables los tesoros, verdaderos montones de objetos preciosos.


Aquí se acaba el relato. Esas visiones me habían aterrorizado a mí, Daniel, y mi rostro había mudado de color, pero conservaba todo eso en mi corazón.


Todos los brazos serán abatidos y las rodillas quebrantadas.


Al fin se presentó Daniel (llamado Baltasar según el nombre de mi Dios), quien tiene en sí el espíritu de los dioses santos. Le conté el sueño y le dije:


Hijo de hombre, vuélvete hacia Jerusalén, profetiza en contra del Templo, profetiza en contra de la tierra de Israel.


Que pierdan la vista y queden a ciegas, que siempre caminen encorvados.


Ese árbol, oh rey, eres tú. Has crecido hasta tal punto que tu poder se eleva hasta los cielos y tu autoridad se extiende hasta los extremos de la tierra.


Por lo tanto, levanten las manos caídas y fortalezcan las rodillas que tiemblan,


Loco de rabia, Nabucodonosor cambió de actitud con respecto a Sidrac, Misac y Abdénago; ordenó que se calentara el horno siete veces más de lo que era necesario.


El año décimo de su reinado, Nabucodonosor tuvo un sueño que lo perturbó hasta el punto de no dejarlo dormir.


Robustezcan las manos débiles y afirmen las rodillas que se doblan.


Nadie de los suyos se debilita o se cansa, ni se queda dormido o se pone a cabecear, ninguno se suelta los cordones de su zapato.


Yo soy como el arroyo que se escurre; todos mis huesos se han descoyuntado; mi corazón se ha vuelto como cera, dentro mis entrañas se derriten.


Pues bien, de repente aparecieron frente al candelero los dedos de una mano, que escribían sobre el estuco del muro del palacio real. El rey vio esa mano que escribía


Apenas el rey de Babilonia tuvo noticias de todo esto, comenzaron a temblarle las manos, y le asaltó la angustia y un dolor como de una mujer que da a luz.


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