Daniel 4:34 - Biblia Católica (Latinoamericana)34 Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, celebro y glorifico al Rey de los cielos; todos sus caminos son justos y sus obras son verdad. Sabe humillar a los que se comportan con orgullo. សូមមើលជំពូកកំណែច្រើនទៀតBiblia Reina Valera 196034 Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. សូមមើលជំពូកBiblia Nueva Traducción Viviente34 »Cuando se cumplió el tiempo, yo, Nabucodonosor, levanté los ojos al cielo. Recuperé la razón, alabé y adoré al Altísimo y di honra a aquel que vive para siempre. Su dominio es perpetuo, y eterno es su reino. សូមមើលជំពូកLa Biblia Textual 3a Edicion34 Pero al fin del tiempo, yo Nabucodonosor alcé mis ojos a los cielos, y mi razón me fue devuelta. Entonces bendije a ’Elyón, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es dominio sempiterno, y su reino por todas las edades. សូមមើលជំពូកBiblia Serafín de Ausejo 197534 'Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y glorifico al rey del cielo, cuyas obras son todas verdad, sus caminos justicia y puede humillar a los que caminan con soberbia.' សូមមើលជំពូកBiblia Reina Valera Gómez (2023)34 Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi sentido me fue vuelto; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre; porque su señorío es eterno, y su reino por todas las edades. សូមមើលជំពូក |
El hombre vestido de lino que estaba por encima de las aguas del río levantó entonces sus dos manos al cielo y le oí que hacía este juramento por el que vive eternamente: 'Todo se realizará en un tiempo, dos tiempos y un medio tiempo. Todas estas cosas se cumplirán cuando el pueblo santo esté completamente aplastado y sin fuerzas.
Fue expulsado de entre los hombres porque su espíritu se transformó en el de un animal; vivía con los burros salvajes, se alimentaba de pasto como el buey, y su cuerpo era mojado por el rocío del cielo. Eso duró hasta el día en que reconoció que el Dios Altísimo es el dueño de las realezas humanas y que llama a quien quiera.