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Cantares 5:7 - Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Me encontraron los centinelas los que andan de ronda por la ciudad, me golpearon y me hirieron. Me quitaron mi chal, los guardias de las murallas.

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Biblia Reina Valera 1960

7 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; Me golpearon, me hirieron; Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Los guardias nocturnos me encontraron mientras hacían sus rondas. Me golpearon y me lastimaron y me arrancaron el velo, aquellos guardias del muro.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Los guardas que rondan la ciudad me hallaron, Me golpearon y me hirieron. Los guardas de las murallas me despojaron de mi manto.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Me encontraron los guardias, los que rondan la ciudad, me golpearon y me hirieron; me quitaron el velo, los que guardan las murallas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron, me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros.

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Cantares 5:7
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Me encontraron los centinelas, esos que andan de ronda por la ciudad.


Levantemos la mirada hacia Jesús, que dirige esta competición de la fe y la lleva a su término. El escogió la cruz en vez de la felicidad que se le ofrecía; no tuvo miedo a la humillación, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.


y convencido, como lo demostré persiguiendo a la Iglesia; y en cuanto a ser justo según la Ley, fui un hombre irreprochable.


En realidad son falsos apóstoles, engañadores disfrazados de apóstoles de Cristo.


Serán expulsados de las comunidades judías; más aún, se acerca el tiempo en que cualquiera que los mate pensará que está sirviendo a Dios.


Felices ustedes si los hombres los odian, los expulsan, los insultan y los consideran unos delincuentes a causa del Hijo del Hombre.


Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó Moisés.


Por eso, les envié profetas para desarraigarlos, y de mi propia boca salió su sentencia de muerte.


Sobre tus murallas, Jerusalén, he puesto centinelas para que estén alerta día y noche. Ustedes, que deben recordárselo a Yavé, no se queden allí parados,


Salomón tenía una viña en Baal-Amón, la confió a unos cuidadores, y cada uno le traía mil siclos de plata por sus frutos.


Que el justo me golpee y me corrija y el óleo de los malos no luzca en mi cabeza. Mi oración denunciará siempre sus crímenes.


Abrí a mi amado, pero mi amado ya se había ido. ¡Se me fue el alma tras de él! Lo busqué y no lo hallé, lo llamé y no me respondió.


Hijas de Jerusalén, yo les ruego por si encuentran a mi amado... ¿Qué le dirán? Que estoy enferma de amor.


Aquel día, en lugar de perfumes habrá podredumbre; en lugar de cinturón, una cuerda; en lugar de cabello trenzado, cabeza rapada; en lugar de vestidos lujosos, un saco; en vez de un diestro maquillaje, una marca con un hierro al rojo.


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