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2 Reyes 8:5 - Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Cuando el sirviente contaba al rey cómo su patrón le había devuelto la vida a un muerto, llegó justamente la mujer a cuyo hijo había resucitado Eliseo, y le solicitó al rey su casa y su campo. Guejazí le dijo: '¡Mi señor rey, esta es justamente la mujer y este es el hijo al que Eliseo le devolvió la vida!'

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y mientras él estaba contando al rey cómo había hecho vivir a un muerto, he aquí que la mujer, a cuyo hijo él había hecho vivir, vino para implorar al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Cuando Giezi estaba relatándole al rey la ocasión en que Eliseo le había devuelto la vida a un niño, en ese preciso instante, la madre del niño entró para presentarle al rey la petición de su casa y de sus tierras. —¡Mire, mi señor el rey! —exclamó Giezi—. ¡Ella es la mujer y este es su hijo, el que Eliseo volvió a la vida!

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y sucedió, mientras él contaba al rey cómo había resucitado al muerto, he aquí la mujer a cuyo hijo había resucitado, llegó implorando al rey por su casa y por su terreno. Entonces dijo Giezi: Mi señor el rey, ésta es la mujer, y éste su hijo, a quien Eliseo resucitó.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Y cuando estaba contando al rey que había resucitado a un muerto, se presentó la mujer a cuyo hijo había resucitado, para reclamar ante el rey su casa y su campo. Dijo entonces Guejazí: '¡Oh, mi señor el rey! Ésta es la mujer, y éste es su hijo, al que resucitó Eliseo'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Y sucedió que mientras él contaba al rey cómo había hecho vivir a un muerto, he aquí, la mujer a cuyo hijo él había hecho vivir, que clamaba al rey por su casa y por sus tierras. Entonces dijo Giezi: Rey señor mío, esta es la mujer, y este es su hijo, al cual Eliseo hizo vivir.

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2 Reyes 8:5
16 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Bajó luego a la casa y caminó de un lado al otro, subió de nuevo y volvió a tenderse sobre el niño. Así lo hizo siete veces. Al final el niño se movió y abrió los ojos.


¿Qué más podemos decir? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?


Aún he visto esto bajo el sol, que la carrera no la ganan los más rápidos, ni la lucha los que tienen más fuerzas; no hay más pan para los sabios, ni más riquezas para los inteligentes, ni más favores para los entendidos. Pues para todos se da la ocasión y la mala suerte.


Cada uno decide dentro de sí su camino, pero Yavé asegura sus pasos.


Te celebro, oh Rey mi Dios, y bendigo tu nombre para siempre.


Su mujer Zerés y sus amigos le dijeron: 'Manda instalar una horca de veinticinco metros de alto y mañana pide al rey que ahorquen ahí a Mardoqueo. Así estarás de buen humor para ir al banquete con el rey». Amán aceptó su consejo y mandó levantar la horca.


Cierta vez que pasaba el rey por la muralla, una mujer le gritó: '¡Sálvame, oh rey mi señor!'


Uno de sus servidores respondió: 'Nadie, señor rey, sino que es Eliseo, el profeta de Israel, quien revela al rey de Israel hasta las palabras que pronuncias tú en tu cuarto al acostarte'.


Saúl reconoció la voz de David y dijo: '¿Es esa tu voz, hijo mío David?' David respondió: '¡Sí, yo soy, señor rey!'


Como ella se lo diera, Rut salió al campo y se puso a espigar detrás de los segadores. Dio la coincidencia de que el campo adonde ella había llegado pertenecía a Booz, pariente de Elimelec, que precisamente llegó ese día de Belén.


Le dijo a su sirviente Guejazí: '¡Llama a esa buena sunamita! Cuando la hayas llamado y esté cerca de ti,


El rey interrogó a la mujer y ésta le contó todos los detalles, después de lo cual el rey se la encargó a un servidor al que ordenó: 'Haz que devuelvan a esta mujer todo lo que le pertenece, como también las ganancias de su campo desde el día en que dejó este país hasta ahora'.


Ben-Hadad, rey de Aram, reunió a todo su ejército. Tenía a su lado a treinta y dos reyes, caballos y carros cuando salió para sitiar a Samaría con el fin de apoderarse de ella.


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