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2 Reyes 23:24 - Biblia Católica (Latinoamericana)

24 Josías barrió con los hechiceros y los adivinos, los ídolos y las basuras, en una palabra, con todos los horrores que se veían en el territorio de Judá y en Jerusalén. De esa manera puso en práctica las palabras de la Ley que estaban escritas en el libro que había encontrado el sacerdote Helquías en la casa de Yavé.

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Biblia Reina Valera 1960

24 Asimismo barrió Josías a los encantadores, adivinos y terafines, y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Josías también se deshizo de los médiums y los videntes, de los dioses familiares, de los ídolos, y de todas las demás prácticas detestables, tanto en Jerusalén como por toda la tierra de Judá. Lo hizo en obediencia a las leyes escritas en el rollo que el sacerdote Hilcías había encontrado en el templo del Señor.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Josías también eliminó a los médium y a los espiritistas, a los terafim,° y todos los ídolos abominables, y todos los ídolos detestables que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalem, para cumplir las palabras de la Ley escritas en el Rollo que el sacerdote Hilcías había hallado en la Casa de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 También acabó con los nigromantes, con los adivinos, los terafim, los ídolos y todas las abominaciones que se veían por el país de Judá y en Jerusalén, para poner por obra las palabras de la ley escritas en el libro que había encontrado el sacerdote Jilquías en el templo de Yahveh.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

24 Asimismo barrió Josías los encantadores, los adivinos, las imágenes y los ídolos y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová.

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2 Reyes 23:24
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No se dirijan a los brujos ni a los que llaman a los espíritus; no los consulten no sea que con ellos se manchen: ¡Yo soy Yavé!'


Ofreció a su hijo como sacrificio en el fuego, practicó la astrología y la magia, instaló brujos y adivinos, y de muchas maneras provocó la cólera de Yavé haciendo lo que es malo a sus ojos.


Aprovechando que Labán había salido a esquilar su rebaño, Raquel robó los ídolos familiares que su padre tenía en casa.


Todo hombre o mujer que llame a los espíritus o practique hechicerías morirá. Los apedrearán y su sangre caerá sobre ellos.


Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras y todos los que aman y practican la mentira.


Todo lo contrario el que fija su atención en la Ley perfecta de la libertad y persevera en ella, no como oyente olvidadizo, sino como activo cumplidor; éste será dichoso al practicarla.


Porque en base a la observancia de la Ley no será justificado ningún mortal ante Dios. El fruto de la Ley es otro: nos hace conscientes del pecado.


Porque también por muchos días los hijos de Israel quedarán sin rey, sin jefe, sin sacrificios, sin piedras sagradas, sin consultas a Yavé y sin ídolos para proteger la casa.


Egipto no sabrá qué hacer, echaré a perder su prudencia. Irán a consultar a los ídolos, a los adivinos, a los magos y a los brujos.


Siguió en todo los pasos de su padre, sirvió a las basuras a las que había servido su padre y se postró ante ellas.


Manasés, rey de Judá, ha hecho cosas vergonzosas. Ha actuado peor aún que los amorreos que vivían antes aquí, y con sus ídolos ha hecho pecar a Judá.


Reconstruyó los Altos Lugares que su padre Ezequías había hecho desaparecer. Erigió un altar a Baal e hizo un poste sagrado tal como lo había hecho Ajab, rey de Israel; se postró ante todo el ejército de los Cielos y se puso a servirlo.


Ese hombre, Micá, se hizo un pequeño santuario doméstico. Tenía un efod, terafim, y luego consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote.


Hubo que esperar el año décimo octavo del rey Josías para que se celebrara en Jerusalén una Pascua como ésa.


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