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2 Reyes 18:37 - Biblia Católica (Latinoamericana)

37 Después de eso, Elyaquim hijo de Jilquiyas, el secretario Sobna y el archivero Yoás hijo de Asaf volvieron donde Ezequías, con sus ropas rasgadas, y le transmitieron las palabras del copero mayor.

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Biblia Reina Valera 1960

37 Entonces Eliaquim hijo de Hilcías, mayordomo, y Sebna escriba, y Joa hijo de Asaf, canciller, vinieron a Ezequías, rasgados sus vestidos, y le contaron las palabras del Rabsaces.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

37 Entonces Eliaquim, hijo de Hilcías, administrador del palacio; Sebna, secretario de la corte; y Joa, hijo de Asaf, historiador del reino, regresaron a donde estaba Ezequías. Desesperados rasgaron su ropa, entraron para ver al rey y le contaron lo que había dicho el jefe del Estado Mayor asirio.

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La Biblia Textual 3a Edicion

37 Y Eliaquim ben Hilcías, que estaba sobre la casa, Sebna, el escriba, y Joa ben Asaf, el cronista, fueron a Ezequías con sus vestidos rasgados, y le comunicaron las palabras del Rabsaces.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

37 Eliaquín, hijo de Jilquías, mayordomo de palacio, Sebná, el secretario, y Joaj, hijo de Asaf, el cronista, se presentaron a Ezequías con las vestiduras rasgadas y le refirieron las palabras del copero mayor.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

37 Entonces Eliaquim, hijo de Hilcías, que era mayordomo, y Sebna, el escriba, y Joah, hijo de Asaf, el cronista, vinieron a Ezequías, rasgadas sus vestiduras, y le declararon las palabras del Rabsaces.

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2 Reyes 18:37
19 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas, diciendo: '¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras blasfemas.


Ni el rey, ni ninguno de sus servidores se asustaron o se rasgaron las vestiduras al escuchar estas palabras.


Miren cómo Ariel se queja por la calle y cómo lloran amargamente los embajadores que venían en son de paz.


Entonces Job se levantó y rasgó su manto. Luego, se cortó el pelo al rape, se tiró al suelo y, echado en tierra,


Tu corazón se ha conmovido y te has humillado delante de Yavé al oír lo que se dice en contra de este lugar y de sus habitantes, cuya suerte será espantosa, como una verdadera maldición. Rasgaste tu ropa y lloraste delante de mí y yo te he atendido -¡oráculo de Yavé!


Cuando el rey oyó las palabras del libro, rasgó su ropa.


Elyaquim, Sobná y Yoás respondieron al copero mayor: 'Por favor, hábla a tus servidores en arameo, que entendemos, pero no nos hables en judío delante de toda esa gente que se encuentra en la muralla'.


Al oír las palabras de la mujer, el rey rasgó su ropa y como estaba sobre la muralla, el pueblo vio que debajo de su ropa llevaba un saco pegado a su cuerpo.


Al leer la carta, el rey de Israel rasgó su ropa diciendo: '¿Acaso soy un dios para hacer morir o devolver la vida? ¡Ese me pide que le quite a éste la lepra! ¡Fíjense y díganme si esto no es más que para buscarme pelea!'


Jacob desgarró sus vestidos, se vistió con un sayal, e hizo duelo por su hijo durante muchos días.


Al regresar Rubén al pozo, ya no encontró a José. Rasgó sus vestidos


Joab, hijo de Seruya comandaba el ejército; Josafat, hijo de Ajilud, era el archivero;'


y llamaron al rey. Entonces subieron a su encuentro Elyaquim hijo de Jilquim, mayordomo de Palacio, el secretario Sobná y el archivero Yoás hijo de Asaf.


El pueblo guardó silencio; nadie le respondió una palabra, porque el rey había dado esta orden: '¡No le respondan!'


Apenas oyó esas palabras el rey Ezequías rasgó su ropa, se cubrió con un saco y se dirigió a la casa de Yavé.


Después de todas estas pruebas de fidelidad de Ezequías vino Senaquerib, rey de Asur, invadió Judá, sitió dos ciudades fortificadas y mandó derribar las murallas.


Al oír eso rasgué mi túnica y mi manto, me arranqué los cabellos y la barba y muy conmovido me fui a sentar.


a Eliaquim, hijo de Helcías. Le pasaré tu traje,


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