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1 Samuel 24:11 - Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Míralo tú mismo, hoy Yavé te puso en mis manos en esa caverna, y me dijeron que te matara, pero tuve piedad de ti. Me dije: No pondré mi mano sobre mi señor, porque es el ungido de Yavé.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano; porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; sin embargo, tú andas a caza de mi vida para quitármela.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Mire, padre mío, lo que tengo en mi mano. ¡Es un pedazo del borde de su manto! Yo lo corté, pero no lo maté. Esto prueba que no intento hacerle daño y que no he pecado contra usted, aun cuando usted me ha estado persiguiendo para matarme.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano, pues al cortar la orilla de tu manto, no te he matado. Reconoce y considera que no hay maldad ni transgresión en mi mano, ni he pecado contra ti, aunque tú andas a la caza de mi vida para tomarla.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Hoy mismo han visto tus ojos que Yahveh te entregaba en mis manos en la cueva. Se me incitaba a matarte; pero sentí piedad de ti y me dije: 'No extenderé yo mi mano contra mi señor, pues es el ungido de Yahveh'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

11 Y mira, padre mío, mira el borde de tu manto en mi mano; porque yo corté el borde de tu manto, y no te maté. Conoce, pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra ti; con todo, tú andas a caza de mi alma para quitármela.

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1 Samuel 24:11
22 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Y el rey de Israel organiza expediciones para cazar a un hombre como si se tratara de perseguir a una perdiz por los cerros. ¡Que no caiga mi sangre en una tierra extraña, lejos de Yavé!'


Observen e infórmense de todos los escondites donde pudiere hallarse, y vuelvan a verme. Entonces yo me iré con ustedes. Si está en esa región lo buscaré en todos los clanes de Judá'. Regresaron pues a Zif precediendo a Saúl.


David permaneció en los refugios del desierto, en la montaña y en el desierto de Zif. Saúl lo buscaba todos los días, pero Dios no lo puso en sus manos.


Así se cumple la palabra que se puede leer en su Ley: Me odiaron sin causa alguna.


Pero sus sirvientes se acercaron y le dijeron: 'Padre mío, si el profeta te hubiera pedido algo difícil ¿no lo habrías hecho? ¿Por qué pues no lo haces cuando tan sólo te dice: Lávate y quedarás sano?' Bajó pues y se sumergió en el Jordán siete veces tal como le había dicho el hombre de Dios. ¡Y después de eso su carne se volvió como la carne de un niñito; estaba sano! '


Y añadió: '¿Por qué mi señor se lanza a perseguir a su servidor? ¿Qué he hecho? ¿Qué crimen cometí?'


Los creyentes han desaparecido del país, y entre sus habitantes no se encuentra ni siquiera un hombre justo.


Les dirás estas palabras de Yavé: ¡Ay de ustedes que cosen cintas mágicas para todos los puños y tejen velos para las cabezas de cualquier talla! Con eso hacen caer en la trampa a las almas. Ustedes que así atrapan a las almas de mi pueblo, ¿creen que salvarán sus propias vidas?


Vigilaban nuestros pasos para que no anduviéramos por nuestras plazas.


Una respuesta amable calma la furia, una palabra hiriente hace que aumente la cólera.


Que la tierra rechace al detractor y persiga al violento el mal sin tregua.


Sin motivo me tendieron una trampa, y cavaron una fosa para mí.


Estoy agotado, pero como un león me persigues, quieres demostrar tu superioridad;'


cuando David salió de campaña con sus hombres. Mató a doscientos filisteos y se trajo sus prepucios, que mandó al rey para ser así su yerno. Entonces Saúl le dio como esposa a su hija Mical.


Perdona, por favor, la falta de tu sierva. En verdad Yavé hará inconmovible la casa de mi señor porque tú eres el combatiente de las guerras de Yavé y nunca se te ha sorprendido en una falta durante toda tu vida.


Mira cómo acechan a mi vida, cuántos poderosos se juntan contra mí. Señor, en mí no hay crimen ni pecado,


Si bien los príncipes me perseguían sin razón, mi corazón temía más a tus palabras.


digan, pues, y atestigüen ante Yavé y ante su elegido si he tomado el buey o el burro de alguno de ustedes. ¿Le he robado a alguien o lo he maltratado? ¿He aceptado algún regalo para callarme con respecto a la conducta de tal o cual? Estoy listo a devolverlo'.


Yavé recompensará a cada cual según su justicia y su fidelidad. Hoy Yavé te había puesto en mis manos y yo no quise poner mi mano encima del que Yavé consagró.


David le dijo: '¿Cómo te atreviste a matar al ungido de Yavé?'


que mi enemigo me persiga y me alcance, que me aplaste contra el suelo y esparza por el polvo mis entrañas.


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