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1 Samuel 2:1 - Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Entonces Ana pronunció este cántico: 'Mi corazón se alegra con Yavé, lleno de fuerza me siento con Yavé; ya puedo responder a mis enemigos porque me salvaste, y soy feliz.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi poder se exalta en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salvación.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Luego Ana oró: «¡Mi corazón se alegra en el Señor! El Señor me ha fortalecido. Ahora tengo una respuesta para mis enemigos; me alegro porque tú me rescataste.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Y Ana oró, diciendo: ¡Mi corazón se alegra en YHVH! ¡Mi fuerza° se exalta en YHVH! ¡Mi boca se sobrepone a mis enemigos, Por cuanto me regocijo en tu salvación!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Entonces Ana hizo esta plegaria: 'Salta de júbilo mi corazón por Yahveh, mi poder se exalta en Yahveh; mi boca se abre contra mis enemigos, pues me he alegrado con tu ayuda.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, mi cuerno es ensalzado en Jehová; mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, por cuanto me alegré en tu salvación.

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1 Samuel 2:1
37 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

En cuanto a mí, confío en tu bondad; conoceré la alegría de tu salvación y cantaré al Señor que me ha tratado bien.


antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica.


Levantas mi cornamenta como levanta el búfalo la suya, me haces masajes con aceite fresco;'


Tú eres el brillo de su poder, de tu bondad nos viene la victoria.


Que podamos celebrar tu victoria y enarbolar el nombre de nuestro Dios. ¡Que el Señor atienda todas tus peticiones!


para que proclame tus maravillas, en las puertas de la hija de Sión, feliz y agradecido por tu salvación.


Y mi alma se alegrará en el Señor, muy contenta con su intervención.


Nosotros somos los verdaderos circuncidados, pues servimos a Dios en espíritu y confiamos no en cosas humanas, sino en Cristo Jesús.


No sólo eso: nos sentiremos seguros de Dios gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, por medio del cual hemos obtenido la reconciliación.


yo seguiré alegrándome en Yavé, lleno de gozo en Dios, mi Salvador.


El Señor es mi fuerza, el motivo de mi canto, ha sido para mí la salvación.


Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán, mi Nombre le asegurará la victoria.


Y Miriam les entonaba estas palabras: 'Cantemos a Yavé, que se hizo famoso; arrojó en el mar al caballo y su jinete.


Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico a Yavé: 'Cantaré a Yavé, que se hizo famoso; arrojó en el mar al caballo y su jinete.


Ustedes lo aman sin haberlo visto; ahora creen en él sin verlo, y nadie sabría expresar su alegría celestial'


Mostraré tu camino a los que pecan, a ti se volverán los descarriados.


El Señor es mi roca y mi fortaleza; es mi libertador y es mi Dios, es la roca que me da seguridad; es mi escudo y me da la victoria.


Oración del profeta Habacuq, en forma de lamentaciones.


aserruchará los cuernos de los malvados, y se alzarán los cuernos de los justos.


Llena de tu alabanza está mi boca, de tu esplendor, el día entero.


¡Alégrense por ella, cielos, y también ustedes los santos, los apóstoles y los profetas! Porque Dios les ha hecho justicia y le hizo pagar.


Ahora sale triunfante nuestra salvación en la casa de David, su siervo,


Matanías hijo de Mica, hijo de Zabdi, hijo de Asaf, que dirigía los himnos y entonaba la acción de gracias durante la oración; Baqbuquías, el segundo de sus hermanos; Obadías hijo de Samúa, hijo de Galal, hijo de Yedutún.


José es su toro primogénito: ¡gloria a él! Son sus cuernos, cuernos de búfalo, con los que hiere a todos los pueblos hasta los confines de la tierra. ¡Miren las muchedumbres de Efraím y los millares de Manasés!


Me he puesto un saco como traje, y he hundido mi frente en el polvo.


Levantó la cornamenta de su pueblo, causa de orgullo para todos sus amigos, para Israel, el pueblo que a él se acerca.


Su rival la humillaba por esto y no hacía más que aumentar su pena.


Cada año, cuando ella subía a la casa de Yavé, pasaba lo mismo: la otra revivía su pena y Ana se ponía a llorar y no comía más.


Después, todos los hombres de Judá y de Jerusalén, con Josafat al frente, regresaron con gran alegría a Jerusalén, porque Yavé los había colmado de gozo a expensas de sus enemigos.


Le has cumplido sus más caros deseos, no le has negado lo que te pedía.


Nuestro escudo está en la mano del Señor nuestro rey, en manos del Santo de Israel.


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