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1 Reyes 8:30 - Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Escucha la súplica de tu servidor y de tu pueblo Israel cuando vengan a orar a este lugar. Escúchala desde lo alto del cielo, del lugar donde tú habitas, escucha y perdona.

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Biblia Reina Valera 1960

30 Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Que atiendas las peticiones humildes y fervientes de mi parte y de tu pueblo Israel cuando oremos hacia este lugar. Sí, óyenos desde el cielo donde tú vives y, cuando nos escuches, perdona.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Y Tú oirás la oración de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren hacia este lugar. ¡Sí!, oye desde el lugar de tu morada en los cielos, y cuando hayas oído, entonces perdona.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Escucha, pues, la súplica de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Escucha desde el lugar de tu morada, en el cielo. Escucha y perdona.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

30 Escucha, pues, la oración de tu siervo y de tu pueblo Israel; cuando oren hacia este lugar, escucha tú desde el cielo, lugar de tu habitación; escucha tú y perdona.

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1 Reyes 8:30
26 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

entonces tú, desde lo alto de los cielos donde habitas, escucha y perdona. Tú conoces su corazón, pues tú y nadie más que tú conoce el corazón de todos los hombres: premia a cada uno según sus obras.


escúchalo desde lo alto del cielo y perdona el pecado de tus servidores y de tu pueblo Israel. Tú le indicarás el buen camino por donde deben caminar, tú harás caer la lluvia sobre la tierra que diste como herencia a tu pueblo.


escúchalo desde lo alto del cielo. Perdona el pecado de tu pueblo Israel y devuélvelo al país que diste a sus padres.


Escucha, Señor, perdona, Señor, mira, Señor. Actúa oh mi Dios, no tardes por amor de ti mismo, porque tu ciudad y tu pueblo son llamados por tu nombre.


Pues así habla el Altísimo, que vive en su morada eterna, y cuyo Nombre es santo: 'Yo vivo en lo alto y me quedo en mi santidad, pero también estoy con el hombre arrepentido y humillado, para reanimar el espíritu de los humildes y a los de corazón quebrantado.


Si estás muy preocupado, te pones a soñar; si prometes demasiado, dirás lo que no conviene.


y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores;'


Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre,


A ti he elevado mis ojos, a ti que habitas en los cielos.


Suprimiste la deuda de tu pueblo, perdonaste totalmente su pecado.


Oye, pues, las plegarias de tu siervo y las de Israel, tu pueblo, cuando recen en este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde los cielos; escucha y perdona.


escúchalo desde lo alto del cielo donde habitas, y acoge la solicitud de ese extranjero. De ese modo todos los pueblos de la tierra conocerán tu Nombre, te temerán como lo hace tu pueblo Israel, y sabrán que tu Nombre permanece en esta Casa que he construido.


y mi pueblo, sobre el cual es invocado mi Nombre, se humilla, rezando y buscando mi rostro, y se vuelven de sus malos caminos, yo entonces los oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra.


Pero si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad.


y El pasó delante de Moisés diciendo con voz fuerte: 'Yavé, Yavé es un Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y en fidelidad.


El mantiene su benevolencia por mil generaciones y soporta la falta, la rebeldía y el pecado, pero nunca los deja sin castigo; pues por la falta de los padres pide cuentas a sus hijos y nietos hasta la tercera y la cuarta generación.


Cuando Daniel supo que había sido firmado ese decreto, entró en su casa; su pieza estaba en el segundo piso y las ventanas daban a Jerusalén. Tres veces al día Daniel se ponía de rodillas, oraba y alababa a Dios como lo había hecho siempre.


Que el Señor nuestro Dios tenga misericordia y nos perdone porque nos rebelamos contra él.


Dijo: 'Yavé, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en el cielo y no dominas tú en todos los reinos de las naciones? En tu mano está el poder y la fortaleza sin que nadie pueda resistirte.


Escucha la voz de mi plegaria cuando a ti grito y elevo mis manos hacia tu Templo santo.


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