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1 Reyes 20:40 - Biblia Católica (Latinoamericana)

40 Pues bien, mientras estaba ocupado en una y otra cosa, el prisionero desapareció'. El rey de Israel le respondió: '¡Tú mismo has pronunciado tu sentencia!'

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Biblia Reina Valera 1960

40 Y mientras tu siervo estaba ocupado en una y en otra cosa, el hombre desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: Esa será tu sentencia; tú la has pronunciado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 pero mientras yo estaba ocupado en otras cosas, ¡el prisionero desapareció! —Bueno, fue tu culpa —respondió el rey—. Tú mismo has firmado tu propia sentencia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Y sucedió que mientras tu siervo estaba ocupado en una y otra cosa, él desapareció. Entonces el rey de Israel le respondió: ¡Esa es tu sentencia! ¡Tú mismo la has pronunciado!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 Y mientras tu siervo andaba de un sitio para otro, él desapareció'. Le dijo el rey de Israel: 'Ésa es tu sentencia: tú mismo la has pronunciado'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

40 Y como tu siervo estaba ocupado a una parte y a otra, él desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: Ésa será tu sentencia; tú la has pronunciado.

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1 Reyes 20:40
10 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Le contestó el rey: 'Por tus propias palabras te juzgo, servidor inútil. Si tú sabías que soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he depositado y cosecho lo que no he sembrado,


Tu propia boca te condena, no yo, tus propios labios te acusan.


Le dijo: 'Habla'. La mujer respondió: 'Al pronunciar ese juramento el rey se condenó solo; pues lesiona al pueblo de Dios cuando se niega a que regrese el que desterró.


Cuando pasaba el rey, le gritó: 'Llegué al campo de batalla justo cuando otro se retiraba. Me encargó a un prisionero diciéndome: Vigila bien a este hombre, porque si se escapa pagarás con tu vida o me darás un talento de plata.


Inmediatamente el profeta se quitó el pañuelo que tenía sobre los ojos y el rey de Israel lo reconoció como uno de los profetas.


Maldito el que ejecuta con flojera el trabajo que Yavé le ha encomendado. ¡Maldito el que tiene su espada limpia de sangre!


Yavé mandó donde David al profeta Natán. Este fue y le dijo: 'Había en una ciudad dos hombres: uno era rico y el otro, pobre.


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