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1 Juan 3:2 - Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Amados, a pesar de que ya somos hijos de Dios, no se ha manifestado todavía lo que seremos; pero sabemos que cuando él aparezca en su gloria, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Queridos amigos, ya somos hijos de Dios, pero él todavía no nos ha mostrado lo que seremos cuando Cristo venga; pero sí sabemos que seremos como él, porque lo veremos tal como él es.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado° lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando Él sea manifestado, seremos semejantes a Él, porque lo veremos tal como es.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Queridos míos, ahora somos hijos de Dios, aunque todavía no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él apareciere, seremos semejantes a Él, porque le veremos como Él es.

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1 Juan 3:2
37 ការដាក់ឲ្យឆ្លើយតបគ្នា  

Pues él cambiará nuestro cuerpo miserable usando esa fuerza con la que puede someter a sí el universo, y lo hará semejante a su propio cuerpo, del que irradia su gloria.


Cuando se manifieste el que es nuestra vida, también ustedes se verán con él en la gloria.


Todos llevamos los reflejos de la gloria del Señor sobre nuestro rostro descubierto, cada día con mayor resplandor, y nos vamos transformando en imagen suya, pues él es el Señor del espíritu.


Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.


A los que de antemano conoció, también los predestinó a ser como su Hijo y semejantes a él, a fin de que sea el primogénito en medio de numerosos hermanos.


Y yo, como justo, contemplaré tu rostro, y al despertar, me saciaré de tu semblante.


Y del mismo modo que ahora llevamos la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.


Verán su rostro y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá noche.


Por ellas nos ha concedido lo más grande y precioso que se pueda ofrecer: ustedes llegan a ser partícipes de la naturaleza divina, escapando de la corrupción que en este mundo va a la par con el deseo.


Recuerden la Escritura: Ni ojo vio, ni oído oyó, ni por mente humana han pasado las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman.


Miren qué amor tan singular nos ha tenido el Padre: que no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Por eso el mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él.


Ustedes ahora son hijos, por lo cual Dios ha mandado a nuestros corazones el Espíritu de su propio Hijo que clama al Padre: ¡Abbá!, o sea: ¡Papá!


Estimo que los sufrimientos de la vida presente no se pueden comparar con la Gloria que nos espera y que ha de manifestarse.


Ustedes están en Cristo Jesús, y todos son hijos de Dios gracias a la fe.


Padre, ya que me los has dado, quiero que estén conmigo donde yo estoy y que contemplen la Gloria que tú ya me das, porque me amabas antes que comenzara el mundo.


Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios.


Y ahora, hijitos, permanezcan en él; haciéndolo, tendremos plena confianza cuando aparezca en su gloria, en vez de sentir vergüenza ante él cuando nos venga a pedir cuentas.


de la misma manera Cristo se sacrificó una sola vez para quitar los pecados de una multitud. La segunda vez se manifestará a todos aquellos que lo esperan como a su salvador, pero ya no será por causa del pecado.


No se pueden equiparar esas ligeras pruebas que pasan aprisa con el valor formidable de la gloria eterna que se nos está preparando.


Yo me pondré de pie dentro de mi piel y en mi propia carne veré a Dios.


Todo el que cree que Jesús es el Mesías ha nacido de Dios. Si amamos al que da la vida, amamos también a quienes han nacido de él;'


Qué bondad tan grande, Señor, es la que reservas para los que te temen. Se la brindas a los que en ti esperan, a la vista de los hijos de los hombres.


Les daré dentro de los muros de mi Casa un lugar y una consideración que tendrán más valor que hijos e hijas; les daré una fama que nunca se olvidará.


¿Quién podrá mantenerse en pie cuando aparezca? Pues él es como el fuego de una fundición y como la lejía que se usa para blanquear.


Lo mismo sucederá el día en que se manifieste el Hijo del Hombre.


Además ya no pueden morir, sino que son como ángeles. Son también hijos de Dios, por haber nacido de la resurrección.


pero a todos los que lo recibieron les dio capacidad para ser hijos de Dios. Al creer en su Nombre


y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos.


El Espíritu asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.


Algo entretiene la inquietud del universo, y es la esperanza de que los hijos e hijas de Dios se muestren como son.


Hijos queridos, no les escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo, el que ustedes tenían desde el comienzo; este mandamiento antiguo es la palabra misma que han oído.


En esto se reconocen los hijos de Dios y los del Diablo: el que no sigue el camino de rectitud no es de Dios, y tampoco el que no ama a su hermano.


Amadísimos, si nuestra conciencia no nos condena, tenemos plena confianza en Dios.


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