Salmos 51 - Biblia Serafín de Ausejo 19751 Del director. Salmo. De David. 2 Cuando, después que se hubo unido a Betsabé, vino a su encuentro el profeta Natán. 3 Apiádate de mí, Señor, según tu gracia, borra, en tu gran misericordia, mis pecados, 4 lávame bien de mis iniquidades, purifícame tú de mis delitos. 5 Pues yo reconozco mis delitos, mis pecados, me están siempre delante. 6 Contra ti, contra ti solo he pecado y hecho el mal ante tus ojos: que aparezcas tú justo en tu palabra y se vea tu razón cuando te juzguen. 7 Mira que en la iniquidad he nacido y en la maldad me concibió mi madre. 8 Tú quieres la verdad en lo profundo y me enseñas saber, en lo secreto. 9 Purifícame tú con el hisopo y seré puro, lávame tú y quedaré más blanco que la nieve. 10 Concédeme sentir el gozo y la alegría, y puedan solazarse estos huesos que tú has quebrantado. 11 Aparta de mis errores tu mirada, borra todos mis delitos. 12 Crea, Señor, en mí un corazón puro, y un espíritu recto renueva en mis entrañas. 13 No me arrojes de tu vista ni retires de mí tu santo aliento. 14 Restitúyeme el gozo de tu liberación y que tu aliento generoso me sustente. 15 Mostraré a los pecadores tus caminos, y volverán a ti los descarriados. 16 Líbrame tú, Señor, de acciones sanguinarias: Dios de mi salvación, mi lengua cantará tu providencia. 17 Abre, Señor, mis labios, y anunciará mi boca tus grandezas. 18 No está tu complacencia en sacrificios para que yo te ofrezca, ni quieres tú holocaustos. 19 Mis sacrificios, Señor, habrán de ser mi espíritu contrito: el corazón contrito y humillado tú, Señor, no lo desprecias. |
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