Salmos 40 - Biblia Serafín de Ausejo 19751 Del director. De David. Salmo. 2 Yo espero firmemente en el Señor; él se inclina hacia mí y escucha mi lamento. 3 Él me saca del pozo burbujeante, del barro cenagoso, para poner mis pies sobre la roca y asegurar mis pasos. 4 En mi boca pone él un canto nuevo, alabanza a nuestro Dios. Al ver, temerán muchos, confiarán en el Señor, 5 Dichoso el hombre que pone su confianza en el Señor y no se torna al arrogante, al descarriado en el engaño. 6 Grandes cosas has hecho tú, Señor y mi Dios: tus portentos y designios con nosotros -¡no hay a ti semejante!-, si quisiera decirlos y narrarlos, excederían toda cuenta. 7 Sacrificios y oblaciones no deseas -tú has abierto mis oídos- holocaustos y víctimas no pides. 8 Y así digo: 'Aquí vengo'. En el rollo del libro está escrito que yo debo 9 hacer tu voluntad, mi Dios, y es mi deseo, llevar tu ley en el fondo de mí mismo. 10 Yo anuncio tu justicia en la gran asamblea; mis labios no refreno, y tú, Señor, lo sabes. 11 No encierro tu justicia dentro del corazón; tu lealtad y tu auxilio los publico, y no oculto a la gran asamblea tus mercedes y tu fidelidad. 12 Y tú, Señor, no retires de mí tu bienquerencia: que siempre me preserven tu gracia y tu verdad. 13 Innumerables males me circundan, mis maldades me alcanzan, y ya no puedo ver. Son más que en mi cabeza los cabellos y el ánimo me falta. 14 Ten a bien, oh Dios, salvarme, date, Señor, prisa en mi ayuda. 15 Queden confusos y humillados los que buscan mi vida para arrebatarla; retírense afrentados los que quieren mi mal; 16 que se ofusquen y avergüencen los que me dicen: '¡Ajá, ajá!'. 17 Que de ti puedan gozarse y alegrarse todos los que te buscan, y puedan decir siempre quienes aman tu socorro: '¡Grande es el Señor!'. |
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