Salmos 32 - Biblia Serafín de Ausejo 19751 De David. Maskil Dichoso el perdonado de la culpa, al que han sido cubiertos los pecados; 2 dichoso el hombre al que el Señor no culpa de maldad, que no tiene en su espíritu falsía. 3 Mientras quise callar, mis huesos se gastaban en llanto todo el día; 4 mientras tuve tu mano pesando día y noche sobre mí, mi humor se consumía en ardores de verano. Selah 5 Te confesé mis faltas y no encubrí mis culpas, pensando: 'Confesaré mis yerros al Señor', y tú me perdonaste el mal de mi pecado. Selah 6 Por eso todo justo ha de implorarte en la hora de la angustia; y al irrumpir las aguas caudalosas, a él no llegarán. 7 Tú eres mi refugio: me libras del pesar y me ciñes del gozo del rescate. Selah 8 Yo voy a hacerte ver, a enseñarte el camino que has de seguir; yo quiero aconsejarte, mis ojos sobre ti. 9 No seáis como el caballo y el mulo que carece de sentido, cuyo brío hay que domar con mordaza y con freno, y si no, no se te acerca. 10 Muchos son los dolores del impío, mal al que fía en el Señor la gracia le circunda. 11 Gozaos en Yahveh y alegraos, los justos, cantad todos de júbilo, rectos de corazón. |
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