Salmos 102 - Biblia Reina Valera Gómez (2023)1 Oración del afligido, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento Oh Jehová, escucha mi oración, y llegue a ti mi clamor. 2 No escondas de mí tu rostro: en el día de mi angustia inclina a mí tu oído; en el día que te invocare, apresúrate a responderme. 3 Porque mis días se han consumido como humo; y mis huesos cual tizón están quemados. 4 Mi corazón está herido, y seco como la hierba; por lo cual me olvido de comer mi pan. 5 Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne. 6 Soy semejante al pelícano del desierto; soy como el búho de las soledades. 7 Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado. 8 Cada día me afrentan mis enemigos; los que contra mí se enfurecen se han conjurado contra mí. 9 Por lo cual he comido ceniza a manera de pan, y mi bebida mezclo con lágrimas, 10 a causa de tu enojo y de tu ira; pues me alzaste, y me has arrojado. 11 Mis días son como la sombra que se va; y me he secado como la hierba. 12 Mas tú, oh Jehová, permanecerás para siempre, y tu memoria de generación en generación. 13 Te levantarás y tendrás misericordia de Sión; porque es tiempo de tener misericordia de ella, pues el plazo ha llegado. 14 Porque tus siervos aman sus piedras, y del polvo de ella tienen compasión. 15 Entonces las naciones temerán el nombre de Jehová, y todos los reyes de la tierra tu gloria; 16 Por cuanto Jehová habrá edificado a Sión, y en su gloria será visto; 17 Habrá considerado la oración de los desamparados, y no habrá desechado el ruego de ellos. 18 Se escribirá esto para la generación venidera; y el pueblo que será creado, alabará a Jehová. 19 Porque Él miró desde lo alto de su santuario; desde el cielo Jehová miró la tierra, 20 para oír el gemido de los presos, para soltar a los sentenciados a muerte; 21 Para que anuncien en Sión el nombre de Jehová, y su alabanza en Jerusalén, 22 cuando los pueblos se congreguen en uno, y los reinos, para servir a Jehová. 23 Él debilitó mi fuerza en el camino; Acortó mis días. 24 Dije: Dios mío, no me cortes en la mitad de mis días; por generación de generaciones son tus años. 25 Desde la antigüedad tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. 26 Ellos perecerán, y tú permanecerás; y todos ellos como una vestidura se envejecerán; como ropa de vestir los mudarás, y serán mudados: 27 Mas tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin. 28 Los hijos de tus siervos permanecerán, y su simiente será establecida delante de ti. |
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