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Josué 24:19 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

19 Josué les dijo: —No es fácil vivir para Dios. Él no tolera el pecado ni acepta dioses rivales, y espera que se le obedezca en todo. Si le son infieles no los va a perdonar.

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その他のバージョン

Biblia Reina Valera 1960

19 Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Entonces Josué advirtió a los israelitas: —Ustedes no son capaces de servir al Señor, porque él es Dios santo y celoso. No les perdonará su rebelión ni sus pecados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Entonces Josué dijo al pueblo: '¿Podrán ustedes servir a Yavé? porque es un Dios santo, un Dios celoso; El no perdonaría las infidelidades y los pecados de ustedes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Pero Josué objetó al pueblo: No podréis servir a YHVH,° porque es un Dios santo, un Dios celoso. No cargará con vuestras transgresiones y con vuestros pecados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Entonces Josué dijo al pueblo: 'No podréis servir a Yahveh, porque es un Dios santo, un Dios celoso, que no soportará vuestras faltas y pecados.

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Josué 24:19
30 相互参照  

Las ciudades serán destruidas, y ovejas y cabras comerán pasto entre sus ruinas. Así el Dios todopoderoso mostrará su grandeza y santidad cuando haga justicia.


Obedézcanlo siempre, porque yo mismo le he dado autoridad para actuar en mi lugar; él los castigará si no lo obedecen.


¡Alaben a nuestro Dios! ¡Adórenlo en su propio templo! ¡No hay otro Dios!


¡Alaben a nuestro Dios! ¡Inclínense a adorarlo! ¡No hay otro Dios!


que le diera este mensaje a la comunidad de Israel: «Yo soy el Dios de Israel, y soy diferente de los demás dioses. Por eso ustedes deben ser diferentes de las demás naciones.


No se arrodillen ante ellos ni hagan cultos en su honor. Yo soy el Dios de Israel, y soy un Dios celoso. Yo castigo a los hijos, nietos y bisnietos de quienes me odian,


y decía: «Nadie puede vivir delante de un Dios tan poderoso como el nuestro. Es mejor que mandemos el cofre a otro lugar».


»No adoren a ningún otro dios, porque soy un Dios muy celoso.


»Ningún esclavo puede trabajar al mismo tiempo para dos amos, porque siempre obedecerá o amará a uno más que al otro. Del mismo modo, tampoco ustedes pueden servir al mismo tiempo a Dios y a las riquezas.


»Por lo tanto, así dice el Dios santo de Israel: “Vuelvan a obedecerme, y yo les daré poder. Si en verdad confían en mí, manténganse en calma y quedarán a salvo. Pero ustedes me rechazan;


A unos y a otros les piden que dejen de obedecer a Dios; no quieren que sigan hablando del Dios santo de Israel.


Pero la gente siempre se burlaba de los mensajeros de Dios y de los profetas, y no les hacían caso. Y así siguieron hasta que Dios ya no aguantó más y, muy enojado, decidió castigarlos.


¡Juro que ninguna ofrenda será suficiente para que yo les perdone su maldad!


Entonces Noemí le dijo a Rut: —¡Tu cuñada ya regresó a su pueblo y a su dios! ¡Vete con ella!


Josué añadió: —Entonces desháganse de esos dioses que todavía tienen, y prometan ser fieles al Dios de Israel.


Entonces Moisés le dijo a Aarón: —Esto es lo que Dios tenía en mente cuando dijo: “Quiero que mis sacerdotes me obedezcan, y que todo el pueblo me alabe”. Y Aarón se quedó callado.


Tú no soportas la maldad, ni aceptas el pecado. No te quedes callado ni permitas que los malvados maten a quienes somos buenos.


Mi amor es siempre el mismo, y siempre estoy dispuesto a perdonar a quienes hacen lo malo. Pero también sé castigar al culpable, y a sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos».


»Vivan solo para mí; sean diferentes y cumplan mis mandamientos. Yo soy el Dios de Israel; ustedes me pertenecen.


Dios expulsó a todos los pueblos que estaban en nuestro camino, y a los amorreos que aquí vivían. Por eso obedeceremos a nuestro Dios.


¡Dios es grande y poderoso! ¡No hay otro Dios!


Nuestro Dios exige que le seamos fieles. Cuando se enoja, toma venganza de sus enemigos y de sus contrarios.


Esto es una vergüenza y una terrible desgracia; ¡no los perdones, Dios mío!


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