Israelitas, prestemos atención. Nuestro Dios tiene un pleito contra nosotros, y ahora mismo está presentando su acusación. Esto es lo que Dios nos dice: «Pueblo mío, tengo una queja contra ti, y espero que te defiendas. Llama como testigos a tu favor a las montañas y a las colinas, y pídeles que escuchen tu defensa. »Pero antes quiero que me digas: ¿en qué te he perjudicado?, ¿en qué te he ofendido?

