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Zacarías 9:8 - Versión Biblia Libre

8 Acamparé en mi Templo para salvaguardarlo de los invasores, ni habrá opresores que lo conquisten, porque yo mismo seré el que vigila.

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Biblia Reina Valera 1960

8 Entonces acamparé alrededor de mi casa como un guarda, para que ninguno vaya ni venga, y no pasará más sobre ellos el opresor; porque ahora miraré con mis ojos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Guardaré mi templo y lo protegeré de ejércitos invasores. Estoy vigilando de cerca para asegurar que nunca más los opresores extranjeros invadan la tierra de mi pueblo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Yo montaré guardia para proteger a mi país de cualquier asaltante; ya nadie se atreverá a oprimirlos, pues ahora he visto cómo están oprimidos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Acamparé° como guarnición en torno a mi Casa, Contra el que va y contra el que viene, Y el tirano no volverá a pasar sobre ellos, Porque ahora Yo vigilo con mis ojos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Acamparé como centinela ante mi casa contra los que van y vienen; ya no pasará por ella el opresor, porque ahora yo vigilo con mis ojos.

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Zacarías 9:8
39 Referans Kwoze  

Tal vez el Señor vea cómo estoy sufriendo y me pague con bien sus maldiciones de hoy”.


Yo defenderé esta ciudad y la salvaré, por mí y por mi siervo David”.


Mientras Josías aún era rey, el faraón Neco, rey de Egipto, dirigió su ejército para ayudar al rey de Asiria en el río Éufrates. El rey Josías llevó a su ejército a luchar contra él en Meguido, pero cuando Neco vio a Josías lo mató.


Durante el reinado de Joaquim, Nabucodonosor, tipo de Babilonia, invadió el país y Joaquim se sometió a él. Pero después de tres años Joaquim se rebeló contra Nabucodonosor.


El ángel del Señor permanece vigilante sobre los que le honran, manteniéndolos a salvo.


Que defienda al pobre y salve a sus hijos. Que aplaste a quienes los oprimen.


“Soyplenamente consciente de la miseria de mi pueblo en Egipto”, le dijo el Señor. “Los he escuchado gemir por culpa de sus capataces. Sé cuánto están sufriendo.


Escucha ahora: El clamor de los israelitas ha llegado hasta mí, y he visto cómo los egipcios los maltratan.


No tendrás temor del pánico repentino, ni de los desastres que azotan al malvado,


En ese momento, este será el canto que se entone en la tierra de Judá: “¡Nuestra ciudad es una ciudad fuerte! ¡Sus muros y defensas son nuestra salvación!


Como las aves que revolotean por encima, así el Señor Todopoderoso cuidará de Jerusalén. La protegerá y la salvará; la pasará por alto y la rescatará.


Entonces el Señor creará sobre todo el monte Sión y sobre la asamblea de los que allí se reúnan una nube de humo durante el día y una llama de fuego ardiente durante la noche; sobre todo habrá este dosel glorioso.


¡Despierta, despierta, Sión! ¡Sé fuerte! Ponte tus mejores galas, Jerusalén, la ciudad santa. Los extranjeros paganos no volverán a entrar en ti.


Pero no salgan con prisa, no se apresuren como si huyeran, porque el Señor irá delante de ustedes, y también protegerá a los de atrás.


Tu sociedad funcionará a partir de principios de bondad y de derecho; no habrá nadie que te oprima. No tendrás miedo; no tendrás que enfrentar ningún tipo de terror.


No habrá más violencia en tu tierra, ni devastación y destrucción dentro de tus fronteras. Llamarás a tus muros Salvación, y a tus puertas Alabanza.


Volverán y celebrarán con gritos de alegría en el monte Sión; sus rostros resplandecerán ante los maravillosos regalos del Señor: el grano, el vino nuevo y el aceite de oliva, y las crías de sus rebaños y manadas. Su vida será como un jardín bien regado; y no volverán a deprimirse.


Este es el mensaje que el Señor dio al profeta Jeremías sobre el ataque de Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Egipto:


Se trata del faraón Neco, rey de Egipto, y del ejército egipcio que fue derrotado en Carquemis, en el río Éufrates, por Nabucodonosor, rey de Babilonia.


Ya no los abandonaré, porque llenaré al pueblo de Israel con mi Espíritu, declara el Señor Dios”.


Yo los plantaré en su propia tierra y nunca más serán sacados de la tierra que yo les he dado, declara el Señor tu Dios.


Ese día haré que los caballos se atemoricen y que los jinetes se vuelvan locos, declara el Señor, pero yo cuidaré del pueblo de Judá mientas dejo ciegos a los caballos de sus enemigos.


Ese día el Señor pondrá un escudo protector alrededor del pueblo de Jerusalén para que hasta el más torpe sea un guerrero hábil como David, y la casa de Davod será como Dios, como el ángel del Señor que los guía.


La ciudad será habitada y nunca más condenada a la destrucción. El pueblo podrá vivir seguro en Jerusalén.


Arrebataré la carne ensangrentada de sus bocas, y la comida impura de sus quijadas. Los que quedan le pertenecerán a nuestro Dios—serán como una familia de Judá—y los de Ecrón serán parte de mi pueblo, tal como los Jebusitas.


Yo he visto el sufrimiento de mi pueblo en Egipto, y he oído sus clamores. He descendido para rescatarlos. Ahora ven, porque voy a enviarte a Egipto’.


Y marchaban sobre la tierra con un frente amplio y rodearon el campo donde estaban los creyentes, la ciudad amada. Pero cayó fuego del cielo y los quemó.


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