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Zacarías 14:2 - Versión Biblia Libre

2 Yo reuniré a todas las naciones para que ataquen a Jerusalén. La ciudad será capturada, las casas saqueadas, y las mujeres serán violadas. La mitad de la población será llevada en exilio, pero el resto del pueblo no será quitado de la ciudad.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Reuniré a todas las naciones para que peleen contra Jerusalén. La ciudad será tomada, las casas saqueadas y las mujeres violadas. La mitad de la población será llevada al cautiverio y al resto la dejarán entre las ruinas de la ciudad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Haré que se junten todas las naciones para atacar a Jerusalén. Se apoderarán de la ciudad, saquearán sus casas y violarán a sus mujeres. La mitad de la población será llevada cautiva; pero a los demás habitantes de la ciudad no los eliminarán.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Porque Yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalem; y la ciudad será conquistada, y las casas serán saqueadas y violadas las mujeres, y la mitad del pueblo irá en cautiverio, pero el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Reuniré a todas las naciones frente a Jerusalén para que le hagan la guerra. La ciudad será conquistada, las casas saqueadas, las mujeres violadas. La mitad de la ciudad saldrá para el destierro, pero el resto del pueblo no será expulsado de la ciudad.

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Zacarías 14:2
30 Referans Kwoze  

Sus hijos pequeños serán despedazados mientras miran, sus casas serán saqueadas y sus esposas serán violadas.


Todos los que permanezcan en Sión serán llamados santos – todos los que estén registrados entre los vivos de Jerusalén –


Enviará una señal a las naciones lejanas y silbará a los que viven en los confines de la tierra. Mira qué rápido responden, qué rápido vienen.


Alégrense y sean felices por siempre y para siempre en lo que voy a crear, porque haré de Jerusalén un lugar encantador, y de su gente una verdadera alegría.


Esto es lo que dice el Señor, el Dios de Israel: Voy a volver contra ti las armas que tienes en la mano, las armas que usas para luchar contra el rey de Babilonia y el ejército babilónico fuera del muro que te asedia. Voy a llevarlas al centro de esta ciudad.


Este es el mensaje del Señor que llegó a Jeremías cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército, junto con las tropas de todos los países que gobernaba y de otras naciones, estaban atacando Jerusalén y todas sus ciudades cercanas:


El invasor ha robado todos sus tesoros. Incluso tuvo que ver cómo las naciones paganas entraban en su santuario, gente a quienes tú les habías prohibido entrar.


“Así que esto es lo que dice el Señor Dios: ¡Cuidado, porque soy yo quien te condena, Jerusalén! Voy a cumplir mi sentencia contra ti mientras las otras naciones observan.


reuniré a todas las naciones en el valle de Josafat y allí las juzgaré a favor de Israel, mi heredad, a quienes han esparcido por todas las naciones, dividiendo así a mi tierra.


Proclamen esto entre las naciones: “¡Prepárense para la guerra! ¡Llamen a los guerreros poderosos! ¡Que se preparen los soldados por anticipado!


Pero esto es lo que el Señor dice: Tu esposa se convertirá en prostituta de la ciudad; tus hijos e hijas serán asesinados con espadas. Tu tierra será medida y dividida, y tú mismo morirás siendo extranjero tierra ajena. El pueblo de Israel será ciertamente exiliado de su tierra.


¡Miren! Yo haré de Jerusalén una copa con bebida alcohólica que hará tambalear a todas las como borrachos cuando se acerquen a atacar a Judá y a Jerusalén.


Ese día haré que Jerusalén sea como una roca pesada para todas las personas. Y cualquiera que trate de levantar la roca quedará muy lastimado. Todas las naciones se unirán entonces para atacar a Jerusalén.


Ese día comenzaré a destruir a todas las naciones que atacan a Jerusalén.


El rey se puso furioso. Entonces envió a sus soldados para destruir a esos asesinos y quemar su ciudad.


“Pero cuando vean la ‘abominación desoladora’ en el lugar donde no debe estar (el que lee, que entienda), entonces los que estén en Judea deben correr a las montañas.


Porque estos serán días de tribulación como nunca ha habido desde el principio de la creación de Dios hasta ahora, y nunca más habrán.


En esos días el César emitió un decreto según el cual debía hacerse un censo de todos los que vivían en el Imperio Romano.


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