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Salmos 18:6 - Versión Biblia Libre

6 En mi desesperación, clamé al Señor; oré a mi Dios pidiéndole ayuda. Oyó mi voz desde su Templo. Mi grito de ayuda llegó a sus oídos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

6 En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Pero en mi angustia, clamé al Señor; sí, oré a mi Dios para pedirle ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 En mi angustia yo invoqué al Señor, y clamé a mi Dios. Mi clamor llegó hasta sus oídos y desde su Templo oyó mi voz.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 En mi angustia invoqué a YHVH, clamé a mi Dios; Y Él oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor delante de su presencia llegó a sus oídos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 me rodean los brazos del seol, me preceden los cepos de la muerte.

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Salmos 18:6
17 Referans Kwoze  

En mi desesperación invoqué al Señor; clamé a mi Dios. Él escuchó mi voz desde su Templo; mi grito de auxilio llegó a sus oídos.


Los sacerdotes y los levitas se levantaron para bendecir al pueblo, y Dios los escuchó: su oración ascendió hasta donde él vivía en el cielo.


El Señor está en su Templo. El trono del Señor está en el cielo. Él mira con atención a cada uno, y los vigila con cuidado.


Clamé al Señor en medio de todas mis tribulaciones, y Él me contestó.


El Señor cuida a los que hacen lo correcto, y escucha cuando claman por ayuda.


Pero por la grandeza de tu amor fiel, puedo venir a tu casa, y maravillado de ti me postro en tu Santo Templo.


y llámenme cuando estén en problemas. Los rescataré, y me agradecerán”.


Estoy en pánico, temblando con miedo; sentimientos de horror me inundan.


Años más tarde, el rey de Egipto murió. Pero los israelitas seguían gimiendo por su duro trabajo. Su clamor pidiendo ayuda en medio de sus dificultades llegó hasta Dios.


Pero el Señor está en su santo Templo. Que toda la tierra calle ante su presencia.


“¡Abba, Padre! Tú puedes hacerlo todo”, decía. “Por favor, quítame esta copa de sufrimiento. Pero que no sea como yo quiero, sino como tú quieres”.


Y mientras Pedro estaba en la cárcel, la iglesia oraba fervientemente a Dios por él.


Entonces se abrió el Templo de Dios en el cielo, y el arca del pacto se podía ver dentro de su Templo. Y hubo rayos y relámpagos, truenos, un terremoto y una granizada.


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