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Salmos 11:1 - Versión Biblia Libre

1 Señor, tú eres mi protección. ¿Cómo puedes decirme “Huye hacia las montañas como las aves?”

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 En Jehová he confiado; ¿Cómo decís a mi alma, Que escape al monte cual ave?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Yo confío en la protección del Señor. Así que, ¿por qué me dicen: «¡Vuela como un ave a las montañas para ponerte a salvo!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 En el Señor he puesto mi refugio; ¿cómo dicen a mi alma: 'Huye, cual un pájaro, hacia el monte,

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Al director del coro. Salmo de David. En YHVH me he refugiado, ¿Cómo decís a mi alma, Que escape al monte cual ave?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Del director. De David. Al Señor yo me acojo, ¿cómo osáis aún decirme: 'Vuela al monte como el ave?'.

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Salmos 11:1
21 Referans Kwoze  

Asa pidió ayuda al Señor, su Dios: “Señor, no hay nadie fuera de ti que pueda ayudar al impotente contra el poderoso. Por favor, ayúdanos, Señor, nuestro Dios, porque confiamos en ti. Hemos venido contra esta horda porque confiamos en ti, Señor. Tú eres nuestro Dios. No permitas que un simple ser humano te venza”.


¿Acaso los etíopes y los libios no tenían un gran ejército con muchos carros y jinetes? Sin embargo, como confiaste en el Señor, él te hizo victorioso sobre ellos.


Yo respondí: “¿Debe alguien como yo huir? ¿Debería alguien como yo ir y esconderse en el Templo para poder sobrevivir? No voy a ir”.


Cuídame, Señor, porque vengo a ti en busca de protección.


Confío en ti, Dios mío. No dejes que sea humillado, y no dejes que mis enemigos triunfen sobre mí.


Pero pongo mi confianza en ti, Señor, diciendo, “¡Tú eres mi Dios!”


Confío en el Señor, así que, ¿Por qué debería temer? ¿Qué pueden los simples humanos hacerme?


Señor, mi Dios, tu eres mi protección. Sálvame de los que me persiguen. ¡Por favor, rescátame!


De lo contrario, me devorarán como a un león, y me harán trizas sin nadie que me salve.


Los que conocen tu carácter confían en ti, porque no abandonas a los que a ti vienen.


Sal de esa deuda como la gacela que escapa de una trampa, como un ave que sale de la jaula del cazador.


¿Cómo es posible que ustedes, los moabitas, digan: “Somos héroes, hombres fuertes listos para pelear en la batalla”?


En ese momento, unos Fariseos vinieron donde estaba Jesús y le dijeron: “Deberías irte de aquí. ¡Herodes quiere matarte!”


Saúl envió algunos mensajeros a la casa de David para que vigilaran y lo mataran por la mañana. Pero Mical, la mujer de David, le advirtió: “Si no te escapas esta noche, mañana te matarán”.


¡Apúrate! ¡Hazlo rápido! ¡No esperes!” El muchacho recogió las flechas y se las llevó a su amo.


Luego David se fue a Mizpa, en el país de Moab. Le pidió al rey de Moab: “Por favor, deja que mi padre y mi madre vengan y se queden contigo hasta que averigüe lo que Dios planea para mí”.


David acampó en las fortalezas del desierto, quedándose en las montañas del desierto de Zif. Saúl lo buscó continuamente, pero Dios no permitió que David fuera capturado.


Pero David pensó para sí mismo: “Un día de estos Saúl va a atraparme. Creo que será mejor que huya a la tierra de los filisteos. Así Saúl dejará de buscarme por todo Israel y no me atrapará”.


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