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Romanos 3:4 - Versión Biblia Libre

4 ¡Claro que no! Incluso si todos los demás mienten, Dios siempre dice la verdad. Como dice la Escritura: “Quedará demostrado que tienes la razón en lo que dices, y ganarás tu caso cuando seas juzgado”

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, Y venzas cuando fueres juzgado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 ¡Por supuesto que no! Aun cuando todos los demás sean mentirosos, Dios es veraz. Como dicen las Escrituras acerca de él: «Quedará demostrado que tienes razón en lo que dices, y ganarás tu caso en los tribunales».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Se comprobará que Dios es fidelidad, mientras que el hombre siempre defrauda, como dice la Escritura: Será probado que tus palabras son verdaderas y saldrás vencedor si te quieren juzgar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 ¡De ninguna manera!° Antes bien, siga siendo Dios veraz, aunque todo hombre sea hallado° mentiroso, como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, Y venzas cuando seas juzgado.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 ¡Ni pensarlo! Aunque todos los hombres sean mentirosos, Dios quedará siempre por veraz, según está escrito: Para que seas declarado justo en tus palabras y se vea tu razón cuando te juzguen.

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Romanos 3:4
33 Referans Kwoze  

Compartiré mis amplios conocimientos, y demostraré que mi Creador tiene razón.


“¿De verdad vas a decir que mis decisiones están equivocadas? ¿Vas a condenarme para tener razón?


Porque el Señor es bueno. Su gran amor dura para siempre; y su fidelidad permanecerá por todas las generaciones.


Estaba tan molesto que dije, “¡Todos son unos mentirosos!”


¡Tu palabra es verdad! Y todas tus leyes permanecerán para siempre.


Me postraré ante tu santo Templo, estoy agradecido con tu santo nombre, por tu amor y fidelidad, y porque tus promesas son más grandes que lo que la gente espera.


He pecado contra ti, solamente contra ti. He hecho el mal ante tus ojos. Por eso, lo que dices está bien, y lo que me juzgas es correcto.


La gente común son apenas un aliento, y los líderes son falsos. ¡Si los pusiéramos a todos juntos en la balanza, serían más livianos el aire!


Con fidelidad le darás tu verdad al pueblo de Jacob, y tu amor al pueblo de Abraham, tal como se lo prometiste a nuestros padres hace mucho tiempo atrás.


Pero el Hijo del hombre, por el contrario, vino y festejó y bebió, y la gente dice: ‘¡Miren, es un glotón y bebe mucho; es amigo de los recaudadores de impuestos y de los pecadores!’ Pero la sabiduría demuestra ser correcta por los resultados de lo que hace”...


Vendrá y los matará y le entregará la viña a otros”. Cuando ellos oyeron este relato, dijeron: “¡Ojalá que nunca ocurra eso!”


Sin embargo, todo aquél que acepta lo que el dice, confirma que Dios habla la verdad.


Pero entonces pregunto: “¿Acaso Dios ha rechazado a su pueblo?” ¡Por supuesto que no! Yo mismo soy israelita, de la tribu de Benjamín.


Ahora, ¿estoy diciendo que ellos tropezaron y fracasaron por completo? ¡Por supuesto que no! Pero como resultado de sus errores, la salvación llegó a otras naciones, para “hacerlos sentir celos”.


¿Significa eso que por creer en Dios desechamos de la ley? ¡Por supuesto que no! De hecho, afirmamos la importancia de la ley.


¿Acaso vamos a pecar porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? ¡Por supuesto que no!


¡Por supuesto que no! Pues si estamos muertos al pecado, ¿cómo podríamos seguir viviendo en pecado?


Ahora, ¿acaso podría matarme algo que es bueno? ¡Por supuesto que no! Pero el pecado se muestra como pecado usando lo bueno para causar mi muerte. Así que por medio del mandamiento se revela cuán malo es el pecado realmente.


¿Qué concluimos entonces? ¿Que la ley es pecado? ¡Por supuesto que no! Pues yo no habría conocido lo que era el pecado si no fuera porque la ley lo define. Yo no me habría dado cuenta de que el deseo de tener las cosas de otras personas estaba mal si no fuera porque la ley dice: “No desees para ti lo que le pertenece a otro”.


Entonces, ¿qué debemos concluir? ¿Diremos que Dios es injusto? ¡Por supuesto que no!


¿No saben que sus cuerpos son parte del cuerpo de Cristo? ¿Debería tomar las partes del cuerpo de Cristo y unirlas con una prostituta? ¡Por supuesto que no!


Así como Dios es digno de confianza, cuando nosotros les damos nuestra palabra, no es Sí y No a la vez.


Porque si, al intentar ser justificados en Cristo, nosotros mismos demostramos ser pecadores, ¿significa eso que Cristo está al servicio del pecado? ¡Por supuesto que no!


¿Cómo podría rechazar la gracia de Dios? ¡Pues si podemos ser justificados por guardar la ley, entonces la muerte de Cristo fue en vano!


Ojalá yo nunca me jacte de nada, excepto en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Por medio de esta cruz, el mundo ha sido crucificado para mí, y yo he sido crucificado en lo que tiene que ver con el mundo.


Él es la Roca. Todo lo que hace es perfecto, porque todos sus caminos son correctos. Él es el Dios confiable que nunca es injusto; es justo y honesto.


No hay duda alguna sobre ello: la verdad revelada sobre Dios es asombrosa. Él se nos fue dado a conocer en forma humana, fue vindicado por el Espíritu, visto por ángeles, declarado a las naciones, creído por el mundo, y recibido en gloria.


Esto les da la esperanza de una vida eterna que Dios (quien no puede mentir) prometió desde edades atrás,


De modo que por estas dos acciones que no pueden cambiarse, y, como Dios no puede mentir, podemos tener plena confianza en que al huir buscando seguridad, podemos aferrarnos de la esperanza que Dios nos presentó.


Los que creen en el Hijo de Dios han aceptado y se han aferrado a esta evidencia. Los que no creen en Dios, llaman a Dios mentirosos, porque no creen la evidencia que Dios da sobre su Hijo.


También sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha ayudado a entender, para que podamos reconocer al que es verdadero. Vivimos en él, que es verdadero, en su Hijo Jesucristo. Él es el verdadero Dios, y es vida eterna.


“Escribe esto al ángel de la iglesia de Filadelfia: Esto es lo que dice el Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David. Él puede abrir y nadie puede cerrar; él puede cerrar y nadie puede abrir:


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