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Mateo 8:15 - Versión Biblia Libre

15 Entonces Jesús tocó su mano y se le quitó la fiebre. Ella se levantó y comenzó a prepararle comida a Jesús.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

15 Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Jesús le tocó la mano, y la fiebre se fue. Entonces ella se levantó y le preparó una comida.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Jesús le tocó la mano y se le pasó la fiebre. Ella se levantó y comenzó a atenderle.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 y tocando su mano, la fiebre la dejó; y fue levantada, y lo servía.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 le tocó la mano y se le quitó la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirle.

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Mateo 8:15
15 Referans Kwoze  

En cierta ocasión, unos israelitas estaban enterrando a un hombre cuando de pronto vieron que se acercaban unos asaltantes, así que rápidamente arrojaron al hombre a la tumba de Eliseo. En cuanto tocó los huesos de Eliseo, el hombre volvió a la vida y se levantó.


Me tocó la boca con él y me dijo: “¡Mira! Esto ha tocado tus labios, así que ahora tu culpa ha sido quitada y tu pecado ha sido perdonado”.


y le imploraban que dejara que los enfermos tan solo tocasen su manto. Todos los que lo tocaban eran sanados.


Jesús tuvo compasión de ellos y tocó sus ojos. Ellos pudieron ver de inmediato, y le siguieron.


Cuando Jesús llegó a la casa de Pedro, vio que la suegra de Pedro estaba enferma en cama y tenía una fiebre muy alta.


Cuando llegó la noche, trajeron ante Jesús a un hombre endemoniado. Con solo una orden, Jesús hizo que los espíritus salieran de él, y sanó a todos los que estaban enfermos.


Jesús se extendió hacia él y lo tocó con su mano. “Quiero”, le dijo. “Queda sano”. Inmediatamente este hombre fue sanado de su lepra.


En ese momento, una mujer que había estado enferma con sangrado durante doce años, venía detrás de él y tocó el dobladillo de su manto.


Entonces Jesús tocó los ojos de ellos, y dijo: “¡Por la confianza que tienen en mí, así será!”


Entonces ellos salieron de la sinagoga y se fueron a la casa de Simón y Andrés, junto con Santiago y Juan.


Jesús se extendió hacia él con compasión y lo tocó, y le dijo: “Quiero. ¡Queda sano!”


Pero Jesús la tomó de la mano, y dijo en voz alta: “Hija mía, ¡levántate!”


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