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Mateo 26:28 - Versión Biblia Libre

28 “Porque esta es mi sangre del pacto, derramada por muchos para el perdón de pecados.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 porque esto es mi sangre, la cual confirma el pacto entre Dios y su pueblo. Es derramada como sacrificio para perdonar los pecados de muchos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 porque esto es mi sangre° del° pacto,° la cual es derramada a favor de muchos, para perdón de pecados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 porque esto es mi sangre, la de la alianza, que va a ser derramada por todos, para perdón de los pecados.

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Mateo 26:28
26 Referans Kwoze  

¡Mira! Se acerca el momento, dice el Señor, en que haré un nuevo acuerdo con el pueblo de Israel y de Judá.


La vida está en la sangre del cuerpo. Os la he dado para que, poniéndola en el altar, sus vidas puedan ser rectificadas, porque es la sangre que rectifica la vida de la gente.


Y en cuanto a ti, porque mi acuerdo contigo, sellado con sangre, te liberaré del pozo seco.


De la misma manera, el Hijo del hombre no vino a que le sirvan, sino a servir, y a dar su vida como rescate para muchos”.


Entonces cogió la copa, la bendijo y se la entregó a ellos. “Tomen todos de esta copa”, les dijo.


Sin embargo, les digo, yo no beberé más de este fruto de la vid hasta el día en que vuelva a beberlo nuevamente con ustedes en el reino de mi Padre”.


Perdona nuestros pecados, así como nosotros hemos perdonado a quienes han pecado contra nosotros.


Juan vino bautizando en el desierto, anunciando un bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.


“Esta es mi sangre”, les dijo, “el pacto que es vertido por muchos.


Luego tomó el pan, y después de haber dado gracias, lo partió en pedazos y lo compartió con ellos. “Este es mi cuerpo que es entregado a ustedes; hagan esto en memoria de mí”, les dijo Jesús.


De la misma manera, después de haber terminado de cenar, levantó la copa y dijo: “Esta copa es el nuevo acuerdo en mi sangre que es derramada por ustedes”.


Pero el don de Jesús no es como el pecado de Adán. Aunque mucha gente murió por culpa del pecado de un hombre, la gracia de Dios es mucho más grande y ha sido dada a muchos a través de su don gratuito en la persona de Jesucristo.


Así como por la desobediencia de un hombre muchos se convirtieron en pecadores, de la misma manera, a través de la obediencia de un hombre, muchos son justificados delante de Dios.


De la misma manera tomó la copa, y dijo: “Esta copa es el nuevo acuerdo, sellado con mi sangre. Acuérdense de mí cuando la beban.


A través de él obtenemos la salvación mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, como resultado de su preciosa gracia


por el cual hemos sido liberados y nuestros pecados han sido perdonados.


y por medio de él reconciliar todas las cosas en el universo consigo mismo, pues logró la paz por medio de la sangre de su cruz, reconciliando a todos los que están en la tierra y en el cielo con él.


¿Cuánto más merecedores de castigo creen que serán quienes hayan pisoteado al Hijo de Dios, siendo que han menospreciado la sangre que selló el pacto que nos santificaba, considerándolo como ordinario y trivial, y que han abusado del Espíritu de gracia?


Ahora pues, que el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran pastor de las ovejas, y lo hizo con la sangre de un pacto eterno,


del mismo modo ocurre con Cristo. Pues al haber sido sacrificado una sola vez para quitar los pecados de muchos, vendrá otra vez, no para hacerse cargo del pecado, sino para salvar a quienes lo esperan.


Por él son perdonados nuestros pecados, y no solo los nuestros, sino los de todo el mundo.


Y yo respondí: “Mi Señor, tú sabes la respuesta”. Entonces me dijo: “Estos son los que han pasado por gran persecución. Y han lavado sus túnicas, blanqueándolas por medio de la sangre del Cordero.


Después de esto mire y vi una gran multitud que nadie podía contar, compuesta de toda nación, tribu, pueblo y lengua. Estaban en pie frente al trono y el Cordero, vestidos con túnicas blancas, con ramas de palmeras en sus manos.


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