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Mateo 15:31 - Versión Biblia Libre

31 La multitud estaba asombrada ante lo que ocurría: los sordos podían hablar, los paralíticos eran sanados, los cojos podían caminar, y los ciegos podían ver. Y alababan al Dios de Israel.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

31 de manera que la multitud se maravillaba, viendo a los mudos hablar, a los mancos sanados, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaban al Dios de Israel.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 ¡La multitud quedó asombrada! Los que no podían hablar, ahora hablaban; los lisiados quedaron sanos, los cojos caminaban bien y los ciegos podían ver; y alababan al Dios de Israel.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 La gente quedó maravillada al ver que hablaban los mudos y caminaban los cojos, que los lisiados quedaban sanos y que los ciegos recuperaban la vista; todos glorificaban al Dios de Israel.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Y la muchedumbre se asombró al ver a los mudos hablando, a los lisiados sanos, a los cojos andando, y a los ciegos viendo. Y glorificaron al Dios de Israel.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 El pueblo estaba asombrado viendo hablar a los mudos, a los mancos sanos, a los cojos andar y a los ciegos ver. Y glorificaron al Dios de Israel.

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Mateo 15:31
23 Referans Kwoze  

“Tu nombre no será más Jacob”, dijo el hombre. “En su lugar te llamarás Israel, porque luchaste con Dios y con los hombres, y ganaste”.


Construyó un altar allí y lo llamó El-Elohe-Israel.


y llámenme cuando estén en problemas. Los rescataré, y me agradecerán”.


Pero aquellos que dan ofrendas de agradecimiento me honran, y a aquellos que siguen el bien les mostraré mi salvación”.


y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había algo así como un pavimento de azulejos hecho de lapislázuli, tan azul claro como el propio cielo.


Grandes multitudes vinieron a él, trayéndole a aquellos que estaban cojos, ciegos, paralíticos, mudos y también muchos otros que estaban enfermos. Los ponían en el piso, a sus pies, y él los sanaba.


Si tu mano o tu pie te hacen pecar, córtalo y bótalo. Es mejor que entres a la vida eterna siendo paralítico o cojo, que tener dos manos o dos pies y ser lanzado al fuego eterno.


Los ciegos y los paralíticos venían a Jesús al Templo, y él los sanaba.


Cuando Jesús escuchó lo que este hombre dijo, se quedó asombrado. Entonces le dijo a los que le seguían: “En verdad les digo que no he encontrado este tipo de confianza en ninguna parte de Israel.


Cuando Jesús y sus discípulos ya se marchaban, trajeron ante Jesús a un hombre que estaba mudo y endemoniado.


Cuando el demonio fue expulsado de él, el hombre habló, y las multitudes estaban maravilladas. “Nunca antes había ocurrido algo como esto en Israel”, decían.


Cuando las multitudes vieron lo que había sucedido, estaban atemorizados. Entonces alabaron a Dios por haber dado a los seres humanos semejante poder.


Entonces el paralítico se levantó, recogió su camilla y caminó frente a todos los que estaban allí. Y todos estaban asombrados, y alababan a Dios, diciendo: “¡Nunca hemos visto algo así!”


La gente estaba completamente asombrada y decían: “Todo lo que él hace es maravilloso. Incluso hace que los sordos oigan y que los mudos puedan hablar”.


Si una mano te hace pecar, -¡córtala! Es mejor entrar a la vida eterna como un lisiado que ir con ambas manos al Gehena, al fuego que no puede apagarse.


En lugar de ello, cuando ofrezcas un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos,


Entonces el siervo regresó y le dijo a su señor lo que ellos le habían dicho. El dueño de la casa se puso muy molesto y le dijo a su siervo: ‘Rápido, sal a las calles y a los callejones de la ciudad, y trae a los pobres y lisiados, a los ciegos y paralíticos’.


De inmediato el hombre pudo ver. Y seguía a Jesús, alabando a Dios. Todos los que estaban allí y vieron lo que había sucedido también alabaron a Dios.


Todos los que estaban allí quedaron impresionados y alababan a Dios, diciendo: “Se ha levantado entre nosotros un gran profeta”, y “Dios ha visitado a su pueblo”.


Por segunda vez, llamaron al hombre que había estado ciego y le dijeron: “¡Dale la gloria a Dios! Sabemos que este hombre es un pecador”.


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