Cuando terminaron, devolvieron el dinero que quedaba al rey y a Joiada, y con él se hicieron utensilios para el Templo del Señor, tanto para los servicios de adoración como para los holocaustos, también copas para el incienso y recipientes de oro y plata. Los holocaustos se ofrecían regularmente en el Templo del Señor durante toda la vida de Joiada.
Entonces el rey llamó al sumo sacerdote Joiada y le preguntó: “¿Por qué no has ordenado a los levitas que recauden de Judá y Jerusalén el impuesto que Moisés, siervo del Señor, y la asamblea de Israel impusieron para mantener la Tienda de la Ley?”
¡Cada día se acercan a mí, encantados de conocer mis caminos como si fueran una nación que hace lo correcto y sigue las leyes de su Dios! Me piden que los trate bien; les gusta estar cerca de su Dios.
Cuando las personas oyen el mensaje del reino, y no lo entienden, el maligno viene y arranca lo que fue sembrado en sus corazones. Esto es lo que ocurre con las semillas que cayeron en el camino.
porque Herodes sabía que Juan era un hombre santo que hacía lo recto. Herodes protegía a Juan y, aunque lo que Juan le decía lo inquietaba, aun así Herodes se complacía en escuchar lo que él decía.