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Marcos 3:5 - Versión Biblia Libre

5 Jesús los miró con exasperación, muy molesto por la dureza de sus corazones. Entonces le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Y el hombre extendió su mano, y le fue sanada.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Jesús miró con enojo a los que lo rodeaban, profundamente entristecido por la dureza de su corazón. Entonces le dijo al hombre: «Extiende la mano». Así que el hombre la extendió, ¡y la mano quedó restaurada!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Entonces Jesús paseó sobre ellos su mirada, enojado y muy apenado por su ceguera, y dijo al hombre: 'Extiende la mano. El paralítico la extendió y su mano quedó sana.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y mirándolos en derredor con enojo, profundamente entristecido por la dureza de sus corazones,° dice al hombre: Extiende la mano; y él la extendió, y quedó restablecida su mano.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Y mirándolos en torno con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: 'Extiende la mano'. Él la extendió, y la mano se le quedó sana.

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Marcos 3:5
29 Referans Kwoze  

El Señor se lamentó de haber creado a los seres humanos para habitar la tierra, y le entristeció este pensamiento.


Entonces el rey le dijo al hombre de Dios: “Por favor, ruega al Señor, tu Dios, que me devuelva la mano”. El hombre de Dios suplicó al Señor, y el rey recuperó el uso de su mano como antes.


Me sentí sumamente molesto, y fui a tirar todo lo que había en la habitación de Tobías.


Por cuarenta años estuve disgustado con esa generación, y dije, ‘Ellos son personas que me son desleales con sus pensamientos, y se rehúsan a seguir mis caminos’.


Entonces le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. El hombre entonces extendió su mano y fue sanada, quedando como la otra mano que estaba sana.


“¿Es lícito hacer el bien en sábado, o hacer el mal? ¿Debemos salvar vidas o matar?” les preguntó. Pero ellos no dijeron ni una palabra.


Pero el Señor le respondió: “¡Hipócrita! ¿Acaso todos ustedes no atan y desatan su buey o asno del establo y lo llevan a beber agua?


Cuando Jesús los vio, les dijo: “Vayan y preséntense ante los sacerdotes”. Y mientras iban de camino, fueron sanados.


Y miró a su alrededor a todos los que estaban allí. Entonces le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Y el hombre lo hizo, y su mano volvió a estar como nueva.


Entonces Jesús le dijo: “Ve y lávate tú mismo en el estanque de Siloé” (que significa “enviado”). Así que el hombre fue y se lavó a sí mismo, y cuando se dirigía hacia su casa, ya podía ver.


Hermanos y hermanas, no quiero que pasen por alto esta verdad que estaba oculta anteriormente, pues de lo contrario podrían volverse arrogantes. El pueblo de Israel en parte se ha vuelto terco, hasta que se complete la venida de los extranjeros.


No obstante, sus corazones se endurecieron. Porque desde ese entonces hasta ahora, cuando se lee el antiguo pacto, permanece el mismo “velo”.


Ellos, en la oscuridad de sus mentes no entienden, y han sido separados de la vida de Dios porque no saben nada y por su terquedad tampoco quieren saber.


No pequen por el enojo; no dejen que anochezca estando aun enojados,


No decepcionen al Espíritu Santo de Dios que los señaló como pertenencia suya para el día de la redención.


“Tal generación despertó mi enojo y por ello dije: ‘Siempre se equivocan en su manera de pensar. No me conocen ni saben lo que estoy haciendo’.


¿Contra quienes estuvo enojado Dios durante cuarenta años? ¿No fue contra aquellos que fueron sepultados en el desierto?


Y cuando su experiencia culminó, se convirtió en la fuente de salvación eterna para todos los que hacen su voluntad,


Y gritaban a las montañas y a las rocas: “¡Caigan sobre nosotros! Escóndannos del rostro del que está sentado en el trono, y del juicio del Cordero.


Así que se deshicieron de los dioses extranjeros que tenían y adoraron al Señor. Y el Señor no pudo soportar más la miseria de Israel.


Jonatán abandonó la mesa, y estaba absolutamente furioso. No quiso comer nada en el segundo día de la fiesta, pues estaba muy molesto por la forma vergonzosa en que su padre había tratado a David.


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