Como resultado, los otros ministros principales y gobernadores provinciales trataron de encontrar un pretexto contra Daniel en cuanto a la forma en que dirigía el reino. Pero no pudieron encontrar ningún motivo de queja ni de corrupción, pues él era digno de confianza. No pudieron descubrir ninguna prueba de que Daniel fuera negligente o corrupto.
Herodes dijo: “No hay duda de que yo decapité a Juan. ¿Quién es este hombre, entonces? Estoy oyendo todas estas cosas de él”. Y Herodes trataba de buscar una manera de conocer a Jesús.