El hombre me dijo: “Las habitaciones del norte y del sur que dan al patio del Templo son habitaciones sagradas donde los sacerdotes que se presentan ante el Señor comerán las ofrendas más sagradas. Allí colocarán las ofrendas santísimas porque el lugar es sagrado, e incluyen las ofrendas de grano, las ofrendas por el pecado y las ofrendas por la culpa.
Si alguien lleva un poco de carne de un sacrificio sagrado en un pliegue de su ropa, y ese pliegue toca pan, estofado, vino o aceite de oliva, o cualquier otro alimento, ¿se vuelve sagrado dicho alimento?” Y la respuesta de los sacerdotes fue: “No”.
¿No saben que los que trabajan en los templos reciben sus alimentos de las ofrendas del templo, y los que sirven en el altar reciben su porción del sacrificio que está sobre él?