34 Entonces el Espíritu del Señor vistió a Gedeón de poder. Gedeón tocó el cuerno de carnero como un llamado a tomar las armas, y los hombres del clan de Abiezer se le unieron.
Entonces el Espíritu vino sobre Amasai, el líder de los Treinta. “¡Somos tuyos, David, y estamos contigo, hijo de Isaí! Que la paz, la prosperidad y el éxito sean tuyos y de los que te ayuden, porque Dios es el que te ayuda”. Así que David les permitió unirse a él, y los puso al frente de su ejército.
Otros se pasaron al lado de David desde la tribu de Manasés y se unieron a él cuando fue con los filisteos a atacar a Saúl. Sin embargo, los jefes filisteos decidieron finalmente despedirlos, diciéndose: “Nos costará la cabeza si nos abandona y se une a su amo Saúl”.
Entonces el Espíritu de Dios vino a Zacarías, hijo del sacerdote Joiada. Se puso de pie ante el pueblo y les dijo: “Esto es lo que dice Dios: ‘¿Por qué quebrantan los mandamientos del Señor para no tener éxito? Siendo que han abandonado al Señor, él los ha abandonado a ustedes’”.
La asignación fue para el resto de la tribu de Manasés, a las familias de Abiezer, Jelec, Asriel, Siquén, Héfer y Semidá. Estos eran los descendientes varones de Manasés, hijo de José, por familias.
El Espíritu del Señor se apoderó de él y se dirigió a Ascalón, mató a treinta de sus hombres, tomó sus ropas y se las dio a los que habían explicado el enigma. Furioso, Sansón devolvió a la casa de su padre.
Cuando Sansón se acercó a Lejí, los filisteos corrieron hacia él, gritándole. Pero el Espíritu del Señor lo invadió, y las cuerdas que le ataban los brazos se debilitaron como el lino quemado, y sus manos se soltaron.
El Espíritu del Señor vino sobre él, y se convirtió en juez de Israel. Fue a la guerra con Cusán-Risatayín, rey de Aram, y el Señor entregó al rey a Otoniel, que salió victorioso.
El ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofra que pertenecía a Joás el abiezerita. Su hijo Gedeón estaba trillando allí el trigo en un lagar para ocultarlo de los madianitas.
“¿Y acaso qué he logrado yo en comparación con ustedes?” respondió Gedeón. “¡Incluso las uvas que sobran en Efraín son mejores que toda la cosecha de uvas de Abiezer!
Tiempo después, Jonatán atacó la guarnición de los filisteos en Geba. Los filisteos no tardaron en enterarse, así que Saúl hizo sonar la trompeta de llamada a las armas por todo el país, diciendo: “Hebreos, presten atención!”