13 Entonces los moabitas se sentirán defraudados por Quemos, así como el pueblo de Israel se sintió defraudado cuando confió en el ídolo del becerro de oro en Betel.
Esto se debe a que me han abandonado y se han inclinado a adorar a Astoret, diosa de los sidonios, a Quemos, dios de los moabitas, y a Moloc, dios de los amonitas. No han seguido mis caminos; no han hecho lo que es justo a mis ojos; no han guardado mis mandamientos y mis leyes como lo hizo David, el padre de Salomón.
Fue entonces cuando Salomón construyó un alto lugar de culto para Quemos, el vil dios del pueblo de Moab, y para Moloc, el vil dios de los amonitas, en una colina al este de Jerusalén.
Entonces Elías les ordenó: “Agarren a los profetas de Baal. No dejen escapar a ninguno”. Los agarraron, y Elías los bajó al valle de Cisón y los mató allí.
El Señor se enojó con Amasías y le envió un profeta que le dijo: “¿Por qué adoras a los dioses de un pueblo que ni siquiera pudo salvar a su propio pueblo de ti?”
Reúnanse y vengan, acérquense, refugiados de las naciones. ¿No son estúpidos estos pueblos que llevan sus ídolos de madera y que rezan a un dios que no puede salvarlos?
Pero cuidado, se acerca el tiempo, declara el Señor, en que les enviaré “bodegueros” que los verterán como vino. Vaciarán a los moabitas y los destrozarán como si fueran tinajas.
¡Moab está completamente destrozado! ¡Escúchalos llorar! ¡Vean cómo los moabitas se apartan avergonzados! Todas las naciones de alrededor se horrorizan de lo que le ha sucedido al país, y se burlan de su gente.
¡Qué desastre os ha sobrevenido a los moabitas! El pueblo de Quemos ha sido aniquilado. Sus hijos e hijas han sido hechos prisioneros y han ido al exilio.
Por haber puesto su confianza en lo que hacen y en lo que poseen, ustedes también serán capturados. Tu dios Quemos será llevado al exilio junto con sus sacerdotes y líderes.