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Jeremías 36:29 - Versión Biblia Libre

29 Respecto a Joacim, rey de Judá, anuncia que esto es lo que dice el Señor: Has quemado el pergamino y has preguntado: “¿Por qué has escrito que el rey de Babilonia va a venir a destruir este país y a matar a toda su gente y a sus animales?”

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Biblia Reina Valera 1960

29 Y dirás a Joacim rey de Judá: Así ha dicho Jehová: Tú quemaste este rollo, diciendo: ¿Por qué escribiste en él, diciendo: De cierto vendrá el rey de Babilonia, y destruirá esta tierra, y hará que no queden en ella ni hombres ni animales?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Luego dile al rey: “Esto dice el Señor: ‘Tú quemaste el rollo porque allí dice que el rey de Babilonia destruiría esta tierra y la dejaría vacía de gente y de animales.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 Y sobre este último pronuncia esta sentencia. Esto dice Yavé: Tú quemaste este rollo, diciendo: '¿Por qué has escrito en él: Vendrá sin falta el rey de Babilonia, destruirá esta tierra y hará desaparecer de ella hombres y animales?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 En cuanto a Joacim rey de Judá, dirás: Así dice YHVH: Tú quemaste este rollo, diciendo: ¿Por qué escribiste en él, diciendo: De cierto vendrá el rey de Babilonia y destruirá esta tierra y hará desaparecer de ella hombres y bestias?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 y con respecto a Joaquín, rey de Judá, dirás: así dice Yahveh: tú has quemado este rollo, diciendo: '¿Por qué has escrito en él que ciertamente vendrá el rey de Babilonia, arrasará este país y hará desaparecer de él a hombres y animales?'.

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Jeremías 36:29
21 Referans Kwoze  

La miseria y el tormento los abruman como a un rey que se prepara para la batalla.


Agitan sus puños en la cara de Dios, desafiando al Todopoderoso,


“¿De verdad vas a decir que mis decisiones están equivocadas? ¿Vas a condenarme para tener razón?


los que dicen cosas para engañar a otros y hacerlos pecar, los que atrapan a la gente con argumentos legales en los tribunales, los que mienten para engañar a los inocentes.


Les dicen a los que ven visiones: “¡Dejen de ver visiones!”, y a los profetas: “No nos den profecías sobre hacer el bien; sólo dígannos cosas agradables y dennos profecías falsas.


Qué problemas tiene la gente cuando se pelea con su Creador: ¡sólo son vasijas entre todas las demás vasijas de la tierra! ¿Acaso la arcilla le dice al alfarero que la está moldeando: “¿Qué estás haciendo?” o “¡Lo que estás haciendo es tan malo que parece que no tienes manos!”?.


Porque estoy decidido a traer un desastre sobre esta ciudad, y no bendiciones, declara el Señor. Será entregada al rey de Babilonia, que la destruirá con fuego.


Haré caer sobre ese país todo lo que he amenazado hacer, todo lo que está escrito en este libro que Jeremías profetizó contra todas las diferentes naciones.


miren cómo convoco a todo el pueblo del norte, declara el Señor. Voy a enviar a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, para que ataque a este país y a la gente que vive aquí, y a todas las naciones de los alrededores. Los destinaré a la destrucción. Voy a destruirte totalmente, y la gente se horrorizará de lo que te ha ocurrido y se burlará de ti.


¿Cómo te atreves a hablar en nombre del Señor aquí en el Templo y a declarar que será destruido como Silo, y que esta ciudad quedará vacía y abandonada?” Todos se agolparon alrededor de Jeremías amenazándolo en el Templo del Señor.


Los profetas de antaño que vinieron antes que tú y yo profetizaron guerra, desastre y enfermedad contra muchos países y grandes reinos.


Sedequías, rey de Judá, lo había encarcelado, diciéndole “¿Por qué tienes que profetizar así? Dices que el Señor está diciendo: ‘Mira, voy a entregar esta ciudad al rey de Babilonia, y él la capturará.


Esto es lo que dice el Señor Todopoderoso: En este páramo donde no hay gente ni animales, y en todas sus ciudades, volverá a haber pastos donde los pastores puedan llevar sus rebaños.


Cada vez que Jehudí terminaba de leer tres o cuatro columnas, Joaquín las cortaba con un cuchillo de escriba y las arrojaba al fuego. Finalmente, todo el pergamino se quemó por completo.


“¿Acaso no les dimos orden de no enseñar en este nombre?” preguntó el Sumo Sacerdote, con tono exigente. “¡Miren, han saturado a toda Jerusalén con su enseñanza, y ahora ustedes tratan de culparnos por la muerte de él!”


Pero si viene de Dios, ni siquiera ustedes podrán derrotarlos. ¡Incluso podrían terminar ustedes mismos peleando contra Dios!”


¿Acaso intentamos provocarle celos del Señor? ¿Somos más fuertes que él?


Porque cuando alguien así oye las palabras de esta solemne promesa, cree que aún recibirá una bendición, diciéndose a sí mismo: “Estaré a salvo, aunque seguiré haciendo lo que me plazca”. Tal actitud destruiría lo bueno y lo malo por igual.


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