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Isaías 62:2 - Versión Biblia Libre

2 Las naciones verán cómo vives correctamente, y todos los reyes verán cómo eres bendecida, y serás llamada con un nombre nuevo que el Señor te dará.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Las naciones verán tu justicia y los líderes del mundo quedarán cegados por tu gloria. Tú recibirás un nombre nuevo de la boca del Señor mismo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Verán tu justicia las naciones, y los reyes contemplarán tu gloria y te llamarán con tu nombre nuevo, el que Yavé te habrá dado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Entonces las naciones verán tu justicia, Y todos los reyes, tu gloria. Y te será dado un nombre nuevo, Que la boca de YHVH pronunciará.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Verán las naciones tu justicia y todos los reyes tu gloria; te llamarán con un nombre nuevo que la boca de Yahveh pronunciará.

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Isaías 62:2
33 Referans Kwoze  

Entonces Dios le dijo a Abraham: “Ahora, en lo que concierne a Sarai, tu esposa. No la llamarán Sarai nunca más. En su lugar, su nombre será Sara.


así que tu nombre ya no será más Abrán. En su lugar, tunombre será Abraham porque yo te haré padre de muchas naciones.


“Tu nombre no será más Jacob”, dijo el hombre. “En su lugar te llamarás Israel, porque luchaste con Dios y con los hombres, y ganaste”.


El Señor ha revelado su salvación a las naciones, y les ha mostrado su bondad.


Te daré buenos líderes como los que tenías antes, sabios consejeros como los que tenías al principio. Después de eso volverás a ser llamada la Ciudad de la Integridad, la Ciudad Fiel.


Abre las puertas para que entre la nación que sigue la justicia, la nación que permanece fiel.


Que vuelvan todos los que llevan mi nombre, los que he creado para mi honor, a los que he formado y creado.


Los reyes serán sus cuidadores de niños; las reinas serán sus enfermeras. Se inclinarán ante ti y lamerán el polvo de tus pies. Entonces sabrás que yo soy el Señor, y que los que confían en mí nunca se avergonzarán.


Él dice: “No es gran cosa que seas mi siervo para hacer volver a las tribus de Jacob, a ese pueblo de Israel que he conservado. También voy a hacer de ti una luz para los extranjeros, para que mi salvación llegue a todos”.


El Señor ha demostrado su santo poder a todas las naciones; el mundo entero verá la salvación de nuestro Dios.


les daré, en mi casa y dentro de mis muros, un lugar para recordarlos y una reputación mejor que la de los hijos e hijas. Les daré una reputación eterna que nunca se desvanecerá.


Tus puertas se mantendrán siempre abiertas. No se cerrarán nunca, ni de día ni de noche, para que las riquezas de las naciones puedan ser traídas a ti, con sus reyes conducidos en procesión.


Las naciones te proveerán de lo necesario, los reyes te cuidarán como si fueras su propio hijo. Sabrás que yo, el Señor, soy tu Salvador y Redentor, el Poderoso de Jacob.


Como la tierra echa brotes y las plantas crecen en un jardín, así el Señor hace crecer la bondad y la alabanza ante todas las naciones.


Sus descendientes serán reconocidos entre las naciones, y sus hijos entre los pueblos. Todo el que los vea estará de acuerdo en que son gente que el Señor ha bendecido.


Ellos serán llamados el Pueblo Santo, los Redimidos del Señor; y tú serás llamada el Lugar Buscado, Una Ciudad Ya No Abandonada.


Ya no te llamarán Abandonada; tu tierra no se llamará Desolada. En cambio, se te llamará Ella me hace feliz, y tu tierra se llamará Casada, porque tú haces feliz al Señor, y tu tierra estará casada.


Tu nombre sólo será usado como una maldición por mis elegidos, porque el Señor Dios te matará y dará a sus siervos otro nombre.


Como un niño, puedes amamantar a sus pechos, que te reconfortan, bebiendo profundamente y saciándote de todo lo que tiene que dar.


Esto es lo que dice el Señor: ¡Mira! Voy a darle paz y prosperidad como un río que fluye, la riqueza de las naciones como un arroyo que se desborda. Te amamantará y te llevará en su cadera y jugará contigo en sus rodillas.


Les daré una señal, y enviaré a las naciones a algunos que sobrevivan. Irán a Tarsis, a los libios y a los lidios (que son famosos como arqueros), a Tubal y a Grecia, y a las tierras lejanas que no han oído hablar de mí ni han visto mi gloria. Ellos anunciarán mi gloria entre las naciones.


Entonces se salvará Judá, y el pueblo de Jerusalén vivirá con seguridad. Este es el nombre que recibirá: El Señor que nos hace justicia.


Entonces esta ciudad me dará una reputación gloriosa, celebrada y alabada por todas las naciones de la tierra que se enteren de todas las cosas buenas que hago por ella. Temblarán, asombrados de todo el bien que he hecho por ella, de cómo la he hecho tan próspera.


Los que quedan en el pueblo de Jacob estarán entre muchas naciones, en medio de muchos pueblos. Ellos serán como un león en medio de los animales salvajes, como un león joven en medio de rebaños de ovejas, usando sus garras para arañar y romper lo que encuentra a su paso, sin nadie que lo detenga.


y cuando lo encontró, lo hizo regresar con él a Antioquía. Y durante el transcurso de un año trabajaron juntos con la iglesia, enseñando el mensaje a multitudes. Y fue en Antioquía que a los creyentes se les llamó por primera vez “Cristianos”.


cómo sufriría el Mesías, y que al resucitar de los muertos él anunciaría la luz de la salvación de Dios tanto para los judíos como para los extranjeros”.


Pero el Señor le dijo: “Ve, porque él es la persona a la cual he escogido para llevar mi nombre a los extranjeros y reyes, así como a Israel.


Pero su fe en él debe seguir firme como una roca, e inamovible. No se dejen sacudir de la esperanza de la buena noticia que han oído, la buena noticia que se ha esparcido por todo el mundo. Esa es la obra que yo, Pablo, he estado haciendo.


Si tienes oídos, escucha lo que el Espíritu dice a las iglesias. A los que sean victoriosos les daré del maná escondido. Les daré una piedra blanca con un nombre nuevo escrito en ella, el cual nadie conoce sino solo quienes la reciben.


A los victoriosos los convertiré en pilares para el Templo de mi Dios. No tendrán que irse nunca. Escribiré sobre ellos el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, llamada Nueva Jerusalén, que desciende del cielo, de mi Dios, y mi propio nombre nuevo.


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