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Isaías 53:3 - Versión Biblia Libre

3 La gente lo despreciaba y lo rechazaba. Era un hombre que realmente sufría y que experimentaba el dolor más profundo. Le tratamos como a alguien a quien se le da la espalda con asco: le despreciamos y no le respetamos.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Fue despreciado y rechazado: hombre de dolores, conocedor del dolor más profundo. Nosotros le dimos la espalda y desviamos la mirada; fue despreciado, y no nos importó.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Despreciado por los hombres y marginado, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara, no contaba para nada y no hemos hecho caso de él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Despreciado y desechado entre los hombres, Varón de dolores, experimentado en quebranto, Escondimos de Él el rostro, fue menospreciado, y lo tuvimos por nada.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 despreciado y abandonado de los hombres, varón de dolores, familiarizado con la dolencia, como aquél ante quien se tapa el rostro, despreciado, de modo que no le hicimos caso.

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Isaías 53:3
38 Referans Kwoze  

Pero yo estoy sufriendo y tengo mucho dolor. Por favor, Señor, sálvame y guárdame.


Soy contado entre los moribundos; un hombre sin fuerzas.


Esto es lo que dice el Señor, el Redentor y Santo de Israel, al que fue despreciado y detestado por la nación, al que es siervo de los gobernantes: Los reyes te verán y se pondrán de pie, y los príncipes se inclinarán ante ti, porque el Señor, que es digno de confianza, el Santo de Israel, te ha elegido.


Ofrecí mi espalda para que me golpearan y mis mejillas para que me tiraran de la barba. No escondí mi rostro de sus burlas y escupitajos.


Pero muchos se horrorizaron de él, tan desfigurado en apariencia, que ya no parece un hombre, tan distinto a cualquier ser humano.


Sin embargo, la voluntad del Señor era que fuera aplastado y que sufriera, porque cuando dé su vida como ofrenda por la culpa, verá a sus descendientes, tendrá una larga vida, y lo que el Señor quiere se logrará a través de él.


Sin embargo, era él quien cargaba con nuestras debilidades, estaba cargado con nuestro dolor, pero suponíamos que estaba siendo golpeado, vencido y humillado por Dios.


¡Reúne tus tropas, Jerusalén! Un enemigo nos asedia. Ellos golpearán al líder de Israel en la mejilla con una vara.


En un mes despedí a tres pastores. Mi paciencia con ellos se agotó, y ellos también me odiaron.


Entonces escupieron su rostro y lo golpearon. Algunos de ellos lo abofetearon con sus manos,


Y le dijeron: “Señor, recordamos que el impostor cuando estaba vivo dijo: ‘Después de tres días me levantaré de nuevo’.


“Vamos a Jerusalén”, les dijo, “y el Hijo del hombre será entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros religiosos. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán en manos de los extranjeros.


Se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero tres días después, él se levantará de nuevo”.


Jesús les dijo: “Mi agonía es tan dolorosa que siento que muero. Por favor, quédense aquí y estén despiertos”.


Y repetidas veces lo golpearon en la cabeza con una vara, lo escupían y se arrodillaban delante de él como si lo adorasen.


“Es cierto que Elías viene primero para prepararlo todo”, respondió Jesús. “Pero, ¿por qué, entonces, dicen las Escrituras que el Hijo del hombre tiene que sufrir mucho y ser tratado con deprecio?


Los Fariseos, que amaban el dinero, oyeron lo que Jesús dijo y se burlaron de él.


Pero a medida que se acercaba, vio la ciudad y lloró por ella.


Entonces ellos se rieron de él, porque sabían que ella estaba muerta.


“El Hijo del hombre tendrá que experimentar horribles sufrimientos”, dijo. “Será rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes, y por los maestros religiosos. Lo matarán, pero el tercer día se levantará de nuevo”.


Entonces Jesús también lloró.


“¿Acaso no tenemos razón en decir que eres un samaritano poseído por el demonio?” dijeron los judíos.


Pero Israel, te engordaste y te rebelaste: con grasa, sobrepeso y llenura de comida. Abandonaste al Dios que te hizo y despreciaste la Roca de tu salvación.


Pues el sumo sacerdote que tenemos no es uno que no pueda entender nuestras debilidades, sino uno que fue tentado de la misma forma que nosotros, pero no pecó.


Jesús, mientras estuvo aquí, en forma humana, oró y clamó a Dios con grandes gemidos y lágrimas, al único que tenía el poder de salvarlo de la muerte. Y Jesús fue escuchado por su respeto hacia Dios.


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