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Isaías 32:4 - Versión Biblia Libre

4 Los impulsivos serán sensatos y reflexionarán; los tartamudos hablarán con claridad.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Y el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los tartamudos hablará rápida y claramente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Hasta los impulsivos estarán llenos de sentido común y de entendimiento, y los que tartamudean hablarán con claridad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 los indisciplinados tratarán de aprender y los tartamudos hablarán correctamente;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 El corazón del imprudente aprenderá sensatez, La lengua tartamuda hablará con soltura y claridad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 El corazón de los atolondrados aprenderá a entender, la lengua de los tartamudos hablará claro y seguido.

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Isaías 32:4
14 Referans Kwoze  

“¿Quién le dio la boca a la gente?” le preguntó el Señor. “¿Quién hace a la gente sorda o muda, capaz de ver o ciega? Soy yo, el Señor, quien lo hace.


Que tus besos sean como el mejor vino, bajando suavemente, deslizándose sobre los labios y los dientes.


Los que se han extraviado comprenderán sus errores; los que refunfuñan aprenderán a recibir instrucción.


Diles a los que tienen miedo: ¡Sean fuertes! ¡No tengan miedo! Miren que su Dios viene a castigar a sus enemigos, y vendrá con la retribución divina para salvaros.


Cuando eso ocurra, los ciegos verán y los sordos oirán.


Entonces Jesús oró: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas de las mentes de los inteligentes y sabios. Por el contrario, las has revelado a personas comunes.


“Verdaderamente eres bendito, Simón hijo de Juan”, le dijo Jesús. “Porque esto no te fue revelado por carne ni sangre humana, sino por mi Padre que está en el cielo.


Cuando vieron la confianza de Pedro y Juan, y se dieron cuenta de que eran hombres sin instrucción, hombres comunes, se sorprendieron mucho. También reconocieron a los demás compañeros de Jesús.


La palabra de Dios seguía siendo esparcida, y el número de discípulos en Jerusalén aumentó grandemente, incluyendo a un gran número de sacerdotes que se comprometieron a creer en Jesús.


Ellos solo escuchaban a la gente decir: “¡El hombre que solía perseguirnos ahora está esparciendo la fe que una vez intentó destruir!”


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