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Isaías 26:5 - Versión Biblia Libre

5 Él derriba a los poderosos que viven con altivez; derriba la ciudad orgullosa con sus altos muros, haciéndola caer al suelo, hasta el polvo.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Porque derribó a los que moraban en lugar sublime; humilló a la ciudad exaltada, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Él humilla a los orgullosos y derriba a la ciudad arrogante; él la echa al polvo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 El doblegó a los que vivían en las alturas, en la ciudadela de la cual nadie podía apoderarse; la derribó, la demolió y la redujo a escombros.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Derribó a los que moraban en las alturas, Humilló a la ciudad exaltada, La abatió hasta la tierra y la derribó hasta el polvo;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 que abatió a los moradores de la altura, a la ciudad inaccesible; la humillará, la abajará hasta la tierra, la nivelará hasta el polvo.

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Isaías 26:5
18 Referans Kwoze  

¡No nos hagas pagar por los pecados de nuestros padres! Apresúrate a venir a nosotros porque necesitamos desesperadamente tu compasión.


Castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su pecado, dice el Señor. Acabaré con el engreimiento de los arrogantes, y humillaré a los tiranos y su orgullo.


Te dijiste a ti mismo: ‘Subiré al cielo. Levantaré mi trono por encima de las estrellas de Dios. Me sentaré en el monte del encuentro, en la cima de la montaña del norte.


El Señor ha reservado un día en el que se ocupará de los orgullosos y arrogantes. Acabará con toda la altivez, y los derribará.


La caótica ciudad se desmorona; todas las casas están cerradas con barrotes para impedir el paso a los demás.


Has convertido la ciudad en un montón de escombros; la ciudad fortificada es ahora una ruina; el palacio de los extranjeros ha desaparecido. Ya no es una ciudad y nunca será reconstruida.


Aunque el granizo puede destruir un bosque y una ciudad puede ser demolida,


Baja y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia. Siéntate en el suelo sin trono, hija de Babilonia! La gente ya no te llamará gentil y delicada.


Babilonia se convertirá en un montón de escombros, un hogar para chacales, un lugar que horroriza a la gente, un lugar del que se burlan, un lugar donde nadie vive.


“Luego di: ‘Así es como Babilonia se hundirá y no volverá a levantarse, por el desastre que estoy haciendo caer sobre ella. Su pueblo se cansará’”. Este es el final de los mensajes de Jeremías.


El Señor ha destruido sin piedad todos los lugares donde vivían los descendientes de Jacob. En su ira ha derribado las fortalezas de la hija de Judá. Ha demolido y degradado el reino y a sus dirigentes.


Sus caballos correrán por las calles de tu ciudad. Matará a toda tu gente con la espada. Tus enormes pilares caerán al suelo.


Te enorgulleciste a causa de tu belleza, arruinaste tu sabiduría porque te creíste tan maravillosa. Así que te arrojé al suelo y me aseguré de que los reyes vieran lo que te ocurrió.


Y gritó con voz poderosa: “¡Babilonia la grande ha colapsado y ha quedado en ruinas! Se ha convertido en el lugar donde habitan los demonios, en el refugio de todo espíritu inmundo, y cueva de toda ave impura y espantosa.


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