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Hechos 9:2 - Versión Biblia Libre

2 y solicitó cartas de autorización para ir a las sinagogas de Damasco, y para tener permiso de arrestar a todos los creyentes que encontrara en El Camino, hombres o mujeres, y traerlos de regreso a Jerusalén como prisioneros.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si hallase algunos hombres o mujeres de este Camino, los trajese presos a Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Le pidió cartas dirigidas a las sinagogas de Damasco para solicitarles su cooperación en el arresto de los seguidores del Camino que se encontraran ahí. Su intención era llevarlos —a hombres y mujeres por igual— de regreso a Jerusalén encadenados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 y le pidió poderes escritos para las sinagogas de Damasco, pues quería detener a cuantos seguidores del Camino encontrara, hombres y mujeres, y llevarlos presos a Jerusalén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 y le solicitó cartas para las sinagogas de Damasco, para que cuando hallara hombres o mujeres que eran de este Camino,° pudiera traerlos atados a Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de traer presos a Jerusalén a todos cuantos encontrara adictos al Camino, hombres o mujeres.

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Hechos 9:2
23 Referans Kwoze  

Allí dividió a sus hombres en grupos y atacaron por la noche, venciendo al enemigo y persiguiéndolos hasta llegar a Hobá, al norte de Damasco.


Un mensaje sobre Damasco. Mira, Damasco dejará de existir como ciudad. En cambio, se convertirá en un montón de ruinas.


Una profecía sobre Damasco: Las ciudades de Hamat y Arpad están perturbados, porque han recibido malas noticias. Están temerosos, inquietos como el mar. Nada puede calmar sus preocupaciones.


Cuídense de aquellos que los entregarán para ser juzgados en los concilios de las ciudades y que los azotarán en sus sinagogas.


Jesús respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre si no es a través de mí.


Se le había enseñado el camino del Señor. Era apasionado por lo espiritual, y en su hablar y su enseñanza presentaba a Jesús de manera precisa, pero solo sabía acerca del bautismo de Juan.


Durante este tiempo hubo serios problemas concernientes a El Camino.


Pero algunos de ellos eran tercos, y no quisieron aceptar. Ellos condenaban a El Camino ante la multitud. Así que Pablo se dio por vencido respecto a ellos y se fue a la sinagoga, llevando consigo a los creyentes. Entonces comenzó a hacer debates cada día en el salón de Tirano.


“Pero le admitiré esto: Sirvo al Dios de nuestros padres, siguiendo las creencias de El Camino, a lo que ellos llaman una secta hereje. Yo creo en todo lo que la ley enseña y lo que está escrito en los libros de los profetas.


Entonces Félix, quien estaba bien informado sobre el Camino, aplazó el juicio. “Cuando el comandante Lisias venga, entonces tomaré mi decisión respecto a tu caso”, dijo.


Eso es lo que hacía en Jerusalén. Puse a muchos de los creyentes en la cárcel, habiendo recibido la autoridad para hacer esto de parte de los jefes de los sacerdotes. Cuando fueron sentenciados a muerte hice mi voto en contra de ellos.


“Esa es la razón por la que un día yo iba de camino a Damasco con autoridad y órdenes de los jefes de los sacerdotes.


Pero algunos comenzaron a discutir con él. Eran de la sinagoga llamada “de los libertos”, y también había algunos de Cirene, Alejandría y gente de Cilicia y de Asia menor.


Este rey se aprovechó de nuestro pueblo y trató mal a nuestros antepasados, obligándolos a abandonar a sus bebés para que murieran.


Los jefes de los sacerdotes le han dado poder para arrestar a todos los que te adoran y te siguen”.


Y todos los que lo oían predicar estaban asombrados, y preguntaban: “¿Acaso no es este el hombre que causó tantos problemas a los creyentes de Jesús en Jerusalén? ¿Acaso no vino aquí para arrestar y llevar encadenados a los creyentes ante los jefes de los sacerdotes?”


Mientras estaba en Damasco, el gobernador que estaba bajo autoridad del Rey Aretas mandó a custodiar la ciudad para capturarme.


No fui a Jerusalén para hablarle a los que me precedieron como apóstoles; en lugar de ello fui a Arabia, y más tarde regresé a Damasco.


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