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Ezequiel 8:18 - Versión Biblia Libre

18 Como resultado, responderé con ira. No los trataré con amabilidad; no seré misericordioso con ellos. Aunque griten pidiendo mi ayuda, no los escucharé”.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

18 Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Por lo tanto, responderé con furia. No les tendré compasión ni les perdonaré la vida y por más que clamen por misericordia, no los escucharé».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 voy a actuar con furor, no los perdonaré y mi ojo será inclemente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 Pues Yo también procederé con ira ardiente. Mi ojo no se compadecerá, ni tendré misericordia. Clamarán con gran voz a mis oídos, pero no los escucharé.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 Pues bien, también yo obraré con furor; no se apiadará mi vista ni tendré compasión. Clamarán ante mis oídos a grandes gritos, pero no los escucharé'.

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Ezequiel 8:18
25 Referans Kwoze  

clamarán a mi pidiendo ayuda, pero yo no responderé. Me buscarán por todas partes, pero no me encontrarán.


Cuando alzan sus manos hacia mí para orar, miro hacia otro lado. Aunque hagan muchas oraciones, no les prestaré atención, porque sus manos están llenas de sangre.


¿No lo ves? El brazo del Señor no es demasiado débil para salvarte, y su oído no es demasiado sordo para escucharte.


Es tu culpa la que ha creado una barrera entre tú y tu Dios; tus pecados han ocultado su rostro de ti para que no pueda escucharte.


Así que esto es lo que dice el Señor: Voy a traer sobre ellos un desastre del que no podrán escapar. Me pedirán ayuda a gritos, pero no los escucharé.


Aunque ayunen, no escucharé su clamor. Aunque ofrezcan holocaustos y ofrendas de grano, no los aceptaré. Por el contrario, los exterminaré con la espada, el hambre y la peste.


ahora te voy a recoger como una carga y te voy a tirar, a ti y a la ciudad que te di a ti y a tus antepasados.


por el mal que hicieron. Me hicieron enojar quemando incienso y sirviendo a otros dioses que no habían conocido, y que tú y tus antepasados tampoco habían conocido.


Por eso mi furia se desbordó y prendió fuego a las ciudades de Judá y ardió en las calles de Jerusalén, convirtiéndolas en las ruinas abandonadas que todavía son.


Los que la odiaban ahora la controlan; sus enemigos gozan de vida, porque el Señor la ha hecho sufrir por todos sus pecados de rebeldía. Sus hijos han sido llevados como prisioneros del enemigo.


El Señor ha logrado lo que decidió; ha hecho lo que advirtió que haría. Tal como lo decidió hace tiempo, los ha destruido, sin mostrar misericordia. Ha permitido que el enemigo se regodee en tu derrota, y ha dado poder a los que te atacan.


Entonces dejaré de estar celoso y furioso contigo. Me calmaré y no me enfadaré más.


Siento tanto lo que has hecho que me opondré a ti, y te tratarán muy mal. Les cortarán las narices y las orejas, y matarán a los que queden de ustedes. Se llevarán a vuestros hijos e hijas como prisioneros, y los que queden serán destruidos por el fuego.


A causa de tu inmoralidad te habías ensuciado y yo traté de limpiarte, pero no me dejaste limpiar tu suciedad. Así que ahora no volverás a ser pura hasta que termine de enfadarme contigo.


Pero ciertamente no seré amable con ellos ni tendré piedad. Me aseguraré de que sufran las consecuencias de lo que han hecho”.


Entonces le oí decir a los demás: “Síganle por toda la ciudad y comiencen a matar a la gente. No tengan piedad ni misericordia de nadie.


Entonces ellos clamarán al Señor, pero él no les responderá. Se ocultará de ellos en ese momento, por el mal que han hecho.


El Señor es un Dios celoso y vengador. El Señor Dios es vengador y lleno de enojo. El Señor toma venganza de sus enemigos, y está enojado con los que son hostiles hacia él.


El Señor estuvo muy enojado con sus padres.


Así que como no me oyeron cuando los llamé, yo no escucharé cuando me llamen ellos, dice el Señor Todopoderoso.


Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, ustedes estarán afuera tocando, y diciendo: ‘Señor, por favor, ábrenos la puerta’. Pero él les responderá: ‘No los conozco, ni sé de dónde vienen’.


Ese día ustedes suplicarán ser rescatados del rey que han elegido, pero el Señor no les responderá”.


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