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Ezequiel 5:2 - Versión Biblia Libre

2 Una vez terminados los días de asedio, quema un tercio del cabello dentro de la ciudad; acuchilla a otro tercio con una espada alrededor de la ciudad; y dispersa otro tercio en el viento. Soltaré una espada detrás de ellos para perseguirlos.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

2 Una tercera parte quemarás a fuego en medio de la ciudad, cuando se cumplan los días del asedio; y tomarás una tercera parte y la cortarás con espada alrededor de la ciudad; y una tercera parte esparcirás al viento, y yo desenvainaré espada en pos de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Coloca una tercera parte del cabello en el centro del mapa que hiciste de Jerusalén. Después de representar el ataque a la ciudad, quémalo allí. Esparce otra tercera parte del cabello por todo el mapa y córtalo con una espada. Arroja la otra tercera parte al viento, porque yo esparciré a mi pueblo con la espada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Quemarás un tercio en medio de la ciudad sitiada. Tomarás otro tercio que irás golpeando con la espada alrededor de la ciudad, y tirarás al viento el último tercio; yo accionaré la espada detrás de ellos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Un tercio lo quemarás a fuego en medio de la ciudad cuando termine el asedio, un tercio lo sacudirás con la espada en torno a la ciudad, y un tercio lo esparcirás al viento, porque desenvainaré la espada tras ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 a una tercera parte le prenderás fuego en medio de la ciudad cuando se cumplan los días del asedio; tomarás luego otra tercera parte, y la cortarás con la espada alrededor de la ciudad; la otra tercera parte la esparcirás al viento, y entonces yo desenvainaré la espada tras de ellos.

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Ezequiel 5:2
19 Referans Kwoze  

Voy a dispersarte como el tamo que se lleva el viento del desierto.


Si te preguntan: “¿Adónde iremos?” , diles que esto es lo que dice el Señor: Los que vayan a morir por la peste, a la peste; los que vayan a morir por la espada, a la espada; los que vayan a morir de hambre, al hambre; y los que vayan a morir en el cautiverio, al cautiverio.


Voy a atacarlos con guerras, hambre y plagas, hasta que sean completamente eliminados del país que les di a ellos y a sus antepasados.


Esto es lo que dice el Señor: El que se quede en esta ciudad morirá de guerra, de hambre y de enfermedad, pero el que se pase a los babilonios vivirá. Su recompensa será salvar su vida.


En el décimo mes del noveno año del reinado de Sedequías, rey de Judá, Nabucodonosor, rey de Babilonia, y todo su ejército llegaron a Jerusalén y la sitiaron.


El noveno día del cuarto mes del undécimo año del reinado de Sedequías, la muralla de la ciudad fue atravesada.


Así que esto es lo que dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: ¡Cuidado! Voy a dar a esta gente ajenjo para comer y agua envenenada para beber.


Estoy a punto de dispersarlos entre naciones desconocidas para ellos y para sus antepasados, y enviaré enemigos con espadas para que los persigan hasta que los haya aniquilado.


“Voy a dispersar a todos sus ayudantes y a todas sus tropas en todas direcciones, y los perseguiré con la espada desenvainada.


Todos sus mejores soldados morirán en la batalla, y los que sobrevivan serán dispersados en todas direcciones. Entonces sabrás que yo, el Señor, he hablado.


En tu ciudad los padres se comerán a sus propios hijos, y los hijos se comerán a sus padres. Voy a castigarte y a dispersar en todas direcciones a los que queden.


“Un tercio de tu pueblo morirá de enfermedad o de hambre dentro de la ciudad; un tercio morirá a espada fuera de los muros de la ciudad; y un tercio lo esparciré al viento en todas direcciones, y soltaré una espada detrás de ellos para perseguirlos.


“Toma unos cuantos cabellos y mételos en el dobladillo de tu ropa.


Los dispersaré entre las naciones. Serán perseguidos por ejércitos con espadas mientras su tierra queda en ruinas y sus pueblos son destruidos.


Incluso si son deportados por sus enemigos, yo los mandaré a matar con espada. Los vigilaré pero no para hacerles bien, sino para hacerles mal.


Dos tercios de los habitants de la tierra serán destruids, y solo un tercio quedará, dice el Señor.


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