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Ezequiel 43:2 - Versión Biblia Libre

2 Allí vi la gloria del Dios de Israel que venía del este. Su voz sonaba como una cascada atronadora, y la tierra resplandecía con su gloria.

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Biblia Reina Valera 1960

2 y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 De pronto, la gloria del Dios de Israel apareció desde el oriente. El sonido de su venida era como el rugir de aguas torrentosas y todo el paisaje resplandeció con su gloria.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 y de repente llegó del Oriente la Gloria del Dios de Israel con un ruido semejante a los grandes torrentes; la tierra se iluminó con su Gloria.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 y he aquí la gloria del Dios de Israel que venía del oriente, y su voz era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 y vi la gloria del Dios de Israel que venía de oriente. Su estruendo era como el ruido de aguas caudalosas, y la tierra resplandecía de su gloria.

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Ezequiel 43:2
24 Referans Kwoze  

¡Viene el desastre para las muchas naciones que gruñen, rugiendo como el mar embravecido! Viene el desastre para los pueblos que rugen, rugiendo como las aguas estruendosas!


Se gritaban unos a otros: Santo, santo, santo es el Señor Todopoderoso; su gloria llena toda la tierra.


Cuando los seres se movían, oí el sonido que hacían sus alas. Era como el rugido de una cascada atronadora, como la voz del Todopoderoso, como el ruido de un ejército en marcha. Cada vez que se detenían, plegaban sus alas.


La luz brillante que lo rodeaba era como un arco iris brillando a través de las nubes en un día de lluvia. Así era la gloria del Señor. Cuando lo vi, caí de bruces en el suelo, y entonces oí que alguien me hablaba.


Entonces la gloria del Señor se elevó por encima de los querubines y se dirigió a la entrada del Templo. La nube llenó el Templo, y el resplandor de la gloria del Señor llenó el patio.


Entonces los querubines abrieron sus alas y despegaron, con las ruedas a su lado y con la gloria del Dios de Israel sobre ellos.


La gloria del Señor se elevó desde el interior de la ciudad y se dirigió al monte al este de la ciudad.


Así que me levanté y fui al valle, y allí vi la gloria del Señor. Era como la gloria que había visto junto al río Quebar. Caí de bruces en el suelo.


La gloria del Señor entró en el Templo por la puerta oriental.


El Señor me dijo: “Esta puerta permanecerá cerrada. No se abrirá. Nadie podrá entrar por ella, porque el Señor, el Dios de Israel, ha pasado por ella. Así que permanecerá cerrada.


La gloria del Dios de Israel se levantó de su lugar habitual sobre los querubines y se dirigió a la entrada del Templo. El Señor llamó al hombre vestido de lino con el estuche de escritura:


Por que la tierra será llena del conocimiento de la gloria del Señor así como las aguas llenan el mar.


Dios vino desde Temán. El Santo del Monte de Parán. Selah. Su Gloria cubrió los cielos. La tierra se llenó de su alabanza.


Su brillo es como un relámpago. De su mano salen rayos, y en ellas guarda su poder.


Isaías vio la gloria de Jesús y dijo esto en referencia a él.


Sus pies lucían como metal que ha sido refinado en una caldera. Y su voz como el estruendo de las aguas de una cascada.


Y escuché una voz que procedía del cielo y que sonaba como torrentes de agua y fuertes truenos, y se oían tocar muchas arpas.


Después de esto vi a otro ángel descendiendo desde el cielo. Tenía gran poder y la tierra fue iluminada con su gloria.


Después de esto escuché lo que sonaba como el ruido de una gran multitud en el cielo, que gritaba: “¡Aleluya! Salvación, gloria y poder describen a nuestro Dios,


Entonces escuché lo que sonaba como el ruido de una gran multitud, como torrentes de agua y un gran trueno, que gritaba: “¡Aleluya! ¡Porque el Señor nuestro Dios, el Todopoderoso reina!


brillando con la gloria de la presencia de Dios. La luz resplandecía como una piedra preciosa, un jaspe, transparente y brillante.


La ciudad no necesita del sol o de la luna que brillen allí porque la gloria de Dios da la luz, pues el Cordero es su lámpara.


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