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Ezequiel 2:1 - Versión Biblia Libre

1 “Levántate, hijo del hombre, porque quiero hablar contigo”, me dijo.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 «Levántate, hijo de hombre —dijo la voz—, quiero hablarte».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Me dijo: 'Hijo de hombre, ponte de pie, te voy a hablar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Y me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Me dijo: 'Hijo de hombre, ponte de pie, que voy a hablarte'.

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Ezequiel 2:1
32 Referans Kwoze  

¿Qué son los seres humanos para que pienses en ellos? ¿Qué somos las personas para que cuides de nosotros?


La luz brillante que lo rodeaba era como un arco iris brillando a través de las nubes en un día de lluvia. Así era la gloria del Señor. Cuando lo vi, caí de bruces en el suelo, y entonces oí que alguien me hablaba.


“Así que, hijo de hombre, ve y haz tus maletas como si fueras a exiliarte. Mientras la gente mira, prepara todo durante el día para salir de donde estás e ir a otro lugar. Tal vez se den cuenta de lo que esto significa, aunque sean gente rebelde.


“Hijo de hombre, debes profetizar contra los profetas de Israel que ahora mismo están profetizando. Diles a los que se inventan sus propias profecías: ¡Escuchen la palabra del Señor!


“Hijo de hombre, si un pueblo de un país peca contra mí siendo infiel, entonces actuaré contra él cortando su suministro de alimentos, de modo que experimentará hambre, sin comida para las personas ni para los animales.


“Hijo de hombre, estos hombres están adorando a los ídolos en su mente, aunque saben que esto los llevará a pecar. ¿Por qué debo responder a sus peticiones?


“Hijo de hombre, ¿es mejor la madera de la vid que la de cualquier otro árbol del bosque?


“Hijo de hombre, desafía a Jerusalén por sus prácticas repugnantes.


“Hijo de hombre, presenta este acertijo, compártelo como una parábola con el pueblo de Israel.


“Hijo de hombre”, me dijo, “te envío al pueblo de Israel, una nación desobediente que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados han seguido rebelándose contra mí, hasta hoy.


“Hijo de hombre, no tengas miedo de ellos ni de lo que digan. No tengas miedo aunque estés rodeado de zarzas y espinas, aunque vivas entre escorpiones. No tengas miedo de lo que digan ni te desanimes por la forma en que te miran, aunque sean una familia rebelde.


“En cuanto a ti, hijo de hombre, presta atención a lo que te digo. No seas rebelde como esos rebeldes. Abre la boca y come lo que te voy a dar”.


“Hijo de hombre, dile a estos ancianos de Israel que esto es lo que dice el Señor Dios: ¿Han venido a pedirme consejo? Vivo yo, no voy a responderles, declara el Señor Dios.


“Hijo de hombre”, me dijo, “come lo que te han puesto delante. Come este rollo, y luego ve y habla al pueblo de Israel”.


“Hijo de hombre”, añadió, “presta mucha atención a todo lo que te digo y reflexiona profundamente sobre ello.


“Hijo de hombre, te he elegido como vigilante del pueblo de Israel. Cada vez que te dé un mensaje, deberás avisarles de mi parte.


Luego me dijo: “Hijo de hombre, ahora tienes que ir al pueblo de Israel y darles mi mensaje.


Entonces me preguntó: “Hijo de hombre, ¿pueden estos huesos volver a la vida?” . “Señor Dios, sólo tú sabes la respuesta”, le contesté.


“Hijo de hombre, debes tomar un ladrillo, ponerlo frente a ti y dibujar en él la ciudad de Jerusalén.


“Hijo de hombre”, me dijo, “mira con tus ojos, escucha con tus oídos. Concéntrate en todo lo que voy a mostrarte, porque esa es la razón por la que te han traído aquí. Debes explicar al pueblo de Israel lo que se te ha mostrado, todo lo que ves”.


Luego me dijo: “Hijo de hombre, esto es lo que dice el Señor Dios: Estas son las normas relativas al altar una vez construido, para que se puedan sacrificar holocaustos y rociar sangre sobre él:


“Hijo de hombre, ve a afeitarte la cabeza y la barba con una espada afilada como una navaja de barbero. Luego reparte el cabello con una balanza.


“Hijo de hombre, esto es lo que dice el Señor Dios al pueblo que vive en Israel: “¡El fin ha llegado! El fin ha llegado a todo el país.


Me dijo: “Daniel, Dios te ama mucho. Presta atención a lo que te digo. Levántate, porque he sido enviado a ti”. Cuando me dijo esto me puse de pie, temblando.


“No tengas miedo; Dios te quiere mucho. ¡Que tengas paz! ¡Sé fuerte! Ten valor!” Mientras me hablaba, me fortalecí y dije: “Señor mío, háblame, porque me has fortalecido”.


Cuando se acercó a mí, me aterroricé y caí de bruces ante él. “Hijo de hombre”, me dijo, “tienes que entender que esta visión se refiere al tiempo del fin”.


Jesús se acercó a ellos y los tocó. “Levántense”, les dijo. “No tengan miedo”.


Nadie ha subido al cielo, sino que el Hijo del hombre descendió del cielo.


“Porque Dios amó al mundo, y lo hizo de esta manera: entregó a su único Hijo, a fin de que todos los que crean en él no mueran, sino que tengan vida eterna.


‘Pero levántate y ponte de pie. La razón por la que he aparecido ante ti es para designarte como mi siervo, para que seas mi testigo, contando a otros lo que has visto y todo lo que voy a revelarte.


“Levántate, ve a la ciudad y allí se te dirá lo que debes hacer”.


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