15 A estas alturas, bien podría haber ya extendido mi mano y haberte herido a ti y a tu pueblo con una plaga capaz de exterminarlos de la faz de la tierra.
¿Quién más es tan afortunado como tu pueblo Israel? ¿A quién más en la tierra fue Dios a redimir para hacer su propio pueblo? Te ganaste una reputación maravillosa por todas las cosas grandes y asombrosas que hiciste al expulsar a otras naciones y a sus dioses delante de tu pueblo cuando lo redimiste de Egipto.
Sólo deben adorar al Señor, que los sacó de Egipto, ayudándolos con su gran poder y su fuerte brazo. Inclínense solo ante él y ofrézcanle sacrificios solo a él.
Aquella noche el ángel del Señor fue al campamento asirio y mató a 185.000 personas. Cuando los supervivientes se despertaron por la mañana, estaban rodeados de cadáveres.
El agua cayó sobre ellos y cubrió los carros y los jinetes, así como todo el ejército del Faraón que había perseguido a los israelitas hasta el mar. Ni uno solo de ellos sobrevivió.