Cuando terminaron, devolvieron el dinero que quedaba al rey y a Joiada, y con él se hicieron utensilios para el Templo del Señor, tanto para los servicios de adoración como para los holocaustos, también copas para el incienso y recipientes de oro y plata. Los holocaustos se ofrecían regularmente en el Templo del Señor durante toda la vida de Joiada.
Moisés dio la orden, y se hizo un anuncio en todo el campamento: “Hombres y mujeres, no traigan nada más como ofrenda para el santuario”. Así que se impidió que el pueblo trajera nada más,