13 El rey también profanó los lugares altos al este de Jerusalén, al sur del Monte de la Corrupción, los lugares que el rey Salomón de Israel había construido para Astoret, la vil diosa de los sidonios, para Quemos, el vil dios de los moabitas, y para Moloc, el vil dios de los amonitas.
13 Asimismo profanó el rey los lugares altos que estaban delante de Jerusalén, a la mano derecha del monte de la destrucción, los cuales Salomón rey de Israel había edificado a Astoret ídolo abominable de los sidonios, a Quemos ídolo abominable de Moab, y a Milcom ídolo abominable de los hijos de Amón.
13 El rey también profanó los santuarios paganos que estaban al oriente de Jerusalén y al sur del monte de la Corrupción, donde el rey Salomón de Israel había construido santuarios para Astoret, la diosa detestable de los sidonios; para Quemos, el dios detestable de los moabitas; y para Moloc, el repugnante dios de los amonitas.
13 El rey destruyó también los Altos Lugares que había frente a Jerusalén, al sur del cerro de los Olivos. Estos habían sido construidos por Salomón, rey de Israel en honor de Astarté, la inmundicia de los sidonios, de Quemós, la inmundicia de los moabitas, y de Milcom, la vergüenza de los amoneos.
13 Asimismo el rey declaró inmundos los lugares altos° que estaban delante de Jerusalem, al sur del monte de la corrupción,° que Salomón rey de Israel había edificado a Astoret, abominación de los Sidonios, y a Quemos, abominación de Moab, y a Milcom, lo abominable de los hijos de Amón.
13 Profanó también el rey los lugares altos que había frente a Jerusalén al sur del monte de los Olivos, los que había erigido Salomón, rey de Israel, en honor de Astarté, abominación de los sidonios, de Camós, abominación de los moabitas, y de Milcón, abominación de los amonitas.
Esto se debe a que me han abandonado y se han inclinado a adorar a Astoret, diosa de los sidonios, a Quemos, dios de los moabitas, y a Moloc, dios de los amonitas. No han seguido mis caminos; no han hecho lo que es justo a mis ojos; no han guardado mis mandamientos y mis leyes como lo hizo David, el padre de Salomón.
Fue entonces cuando Salomón construyó un alto lugar de culto para Quemos, el vil dios del pueblo de Moab, y para Moloc, el vil dios de los amonitas, en una colina al este de Jerusalén.
¿No fueron matrimonios como estos los que hicieron pecar al rey Salomón de Israel? No hubo en ninguna nación un rey como él. Dios lo amaba y lo hizo rey de todo Israel, pero incluso a él lo hicieron pecar las mujeres extranjeras.
No pueden reflexionar, no tienen la sabiduría ni el entendimiento para decir: “Una parte de la leña que quemé en el fuego la usé para hornear mi pan y asar mi carne para comer. El resto lo usé para hacer un ídolo repugnante, y me inclino en adoración ante un bloque de madera”.
¡Ciertamente tienes tantos dioses como ciudades, Judá! Has construido altares vergonzosos, altares para quemar incienso a Baal. Tienes tantos altares como las calles de Jerusalén.
Entonces los moabitas se sentirán defraudados por Quemos, así como el pueblo de Israel se sintió defraudado cuando confió en el ídolo del becerro de oro en Betel.
Por haber puesto su confianza en lo que hacen y en lo que poseen, ustedes también serán capturados. Tu dios Quemos será llevado al exilio junto con sus sacerdotes y líderes.
Destruiré también a los que suben a las azoteas para inclinarse ante el sol, la luna y las estrellas. Ellos también se inclinan y juran fidelidad al Señor, pero lo mismo hacen con Milcón.
¡Qué desastre enfrentas, Moab! ¡Vais a morir todos, pueblo de Quemos! Entregaste a tus hijos como exiliados y a tus hijas como prisioneras a Sehón, rey de los amorreos.
Una vez más los israelitas hicieron lo que era malo a los ojos del Señor. Adoraron a los baales y a los astoretas, así como a los dioses de Aram, Sidón y Moab, y a los dioses de los amonitas y los filisteos. Rechazaron al Señor y no lo adoraron.
“Ellos clamaron al Señor por ayuda y dijeron: ‘Hemos pecado, pues hemos rechazado al Señor y hemos adorado a los baales y a Astoret. Por favor, sálvanos de las manos de nuestros enemigos, y te adoraremos’.